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jueves, 30 de enero de 2014

Espectro.


Ella se mueve en el viento.
Se esconde en las sombras.
Arremolina el polvo a sus pies.
No respira, es aliento.
Te acaricia la piel con un tacto frío.
Helado beso de muerte.

Ella es humo blanco y gris.
Como niebla matutina,
como cortina vespertina en el cielo.
Como velo opaco de noche.

Ella es la sensación de desesperación.
La desgracia en las cosas.
La desolación en medio de la esperanza.
La vida hueca, sin vida.
Un alma deambulante entre los vivos.

Un huésped alojado entre la realidad y el ensueño.

Ella es la sonrisa en las rosas muertas.
La pereza en los copos de nieve al caer.
La pesada caída de las gotas de lluvia.
La helada sensación del aire en invierno.
La fresca brisa de las playas en otoño.
El seco susurro en los témpanos del norte.

Ella es la belleza que pocos pueden ver.
Una extraña criatura, atrapada en un mundo traslucido.
Una fiera tímida que se esconde de los ojos.
Pero que siempre mira.
Siempre observa.
Siempre ve.

Ella es el espectro de media noche.
La silueta blanca que recorre los valles.
La flor que suelta su aroma en el aire.
El viento suave y gélido que recorre los campos.
La baja temperatura que se asienta en tu cuarto.
El roció en las hojas.
La luz de la luna.

Ella es el fantasma que guarda en su centro el eco del amor.

El espectro que sigue esperando a su amado.

Carlos Duarte.

miércoles, 22 de enero de 2014

Hielo.


Esto es lo que siento cuando no estás,
cuando mis emociones están a flor de piel y no te encuentro,
cuando mi cuerpo clama por tu calor en medio de la noche,
cuando mi garganta se asfixia por no tener tu aliento en ella,
cuando trato de soñar con un cielo lleno de estrellas
y una nube negra y llena de seres inmundo me abruman:
siento hielo.

Hielo fluir por mis venas como ríos congelados;
hielo al tratar de calentar mi cuerpo con el edredón enredado,
hielo de noche y hielo de día,
hielo en mi boca y en mi pecho,
en mi corazón sin vida.

Siento hielo en mis pestañas tiesas, están congeladas,
siento como mi voz se va apagando y no puedo gritar,
no puedo hablar y mi boca se mueve,
pero de ella no sale sonido,
me siente abatido.

Me siento abrumado y con el cuerpo cansado.

Te veo en las sombras y corro hacia ti,
pero no estás ahí, es solo el fantasma de tu recuerdo,
el cuál me asecha de noche y atormenta mi mente.

Me encierro en mi caja de cristal y cierro con llave,
me envuelvo en mi manta celestial y me monto en mi nave
y me escapo de la realidad, bajo el calor de la manta que me regalaste,
bajo la ilusión de un día, de nuevo encontrarte.

Y despierto. Y respiro. Y mi piel congelada,
grita por uno de tus suspiros.

Y me siento tieso. No me puedo mover en mi cama.
Espero paciente, el beso de la muerte.
Y creo verla en la puerta, con su capucha gris y gastada,
es bella en realidad, no como la describen los demás,
si no bella, de verdad es hermosa,
y me sonríe y coquetea.

Pero luego desaparece y se esfuma como humo.

Y en ese vacío entre sombras, apareces tu, 
con tu luz de estrella:
plateada y tenue.

Y me sonríes y comienzo a sentir diferente.

Me descongelo. Me siento caliente. 
Me siento vivo de nuevo.

El hielo de mis venas se derrite. La fría sensación de mi cuerpo de esfuma,
solo queda el calor y la promesa del amor.

De tu amor.

Y caminas hacía mi, y me besas en la mejilla.
Y mis manos se despegan de la cama, 
se alejan de mi cuerpo.
Se levantan mis brazos de su sueño prolongado
y los siento grandes y pesados.

Entonces tu los coges con tus dedos hermosos,
son tibios y preciosos,
y enseguida mis brazos se vuelven ligeros como las plumas
y se dirigen a tu rostro y lo tocan,
lo acarician. Lo acercan al mío.

Y te beso.

Te beso con desesperación.
Te beso con increíble pasión.
Te beso como nunca antes lo había hecho.
Te beso como si fuera en mi vida,
el último de mis besos.

Me pierdo en tu boca, en tu lengua,
en tu aliento, en tu sabor dulce,
en tus perlas blancas y brillantes,
en tus ojos negros e intrigantes.
En tu alma pura y deslumbrante.

Te beso, te acaricio, te acerco, te arrebato, te pego a mi.
Te hago parte de mi.

De mi...

El hielo se derritió. Ya no existe más en mi cuerpo.
Ya no existe más en mi vida,
pues tu cálida bienvenida,
me a devuelto a la vida.

Baila para mi, dama estelar.


Despeja todo a mi alrededor y apaga todo en nuestro espacio,
agita tus manos con esa delicada forma tuya,
invade mi atmósfera con tu singular belleza,
hecha chispas al tocar el suelo con tus pies desnudos
y expulsa estrellas de tu pecho al descubierto.

Y baila...

Baila para mi, como si no hubiera un mañana.

Baila como si fuera la ultima vez que lo fueras a hacer,
baila como si en el universo no existiera ningún otro placer,
como si esta fuera la actuación de tu vida;
entrega ante mi tu alma, descubrela, quita de ella las telas que la atan.

Toma con tus manos de  princesa de hielo
mi cuerpo envuelto en brazas ardientes,
y congela con tu tacto mi piel,
congela con tu aliento mi boca,
congela con tus ojos mi mirada,
congela con tu cuerpo mi alma
y hazme viajar a tu universo,
a tus galaxias,
a tu campo de estrellas.

Baila para mi, como si no hubiera otro en esta tierra,
como si yo fuera el único que en ella existiera,
como si con mi aliento, tu inhalaras vida,
como si con tu tacto, yo muriera en vida,
como si ambos nos fuéramos a ver por última vez.

Baila para mi, dama estelar.

Baila para mi esta noche de luna llena.

Jägare Stjärnor.

Un ratón en mi cabeza.


Tal vez no lo creas, pero todos tenemos uno en la cabeza.

Tal vez lo dudes mucho, pues no es algo natural, pero dejame decirte
que aunque dudes de ello, es cien por ciento real.

Todos tenemos un ratón en la cabeza.

Si, un ratón pequeño y chillón,
esponjoso y orejón,
y que nos dice cosas interesantes
y a veces hasta delirantes.

Nos recuerda quehaceres y nos recita poesía,
nos reprende cuando hacemos algo malo
y nos felicita cuando trabajamos, pues nada es en vano.

Los ratones en nuestra cabeza son distintos,
cada uno tiene su cualidad, pues cada persona tiene dentro de si,
su propia especialidad.

Hay ratones bondadosos y otros muy melosos,
hay ratones delincuentes y otros insurgentes,
hay ratones divertidos y otros aburridos,
incluso hay ratones locos y dentro de las cabezas donde viven,
es curioso, pero no existen focos.
Los ratones más serenos son los mas tranquilos,
y los ratones más ansiosos son los más activos.

Existen ratones soñadores y poéticos,
otros son más románticos y trágicos,
hay ratones que aman ver las estrellas desde las cabezas de sus dueños,
y otros prefieren ver el cielo de día, con las nubes esponjosas
y el sol llenando todo de vida.

Ratones como el mío, que aman a las estrellas
y se pierden en ellas cada noche,
al viajar al universo para conversar o para jugar,
o simplemente para admirar las galaxias lejanas,
para hacer amigos en el espacio.

Los ratones en nuestras cabezas son especiales y debemos cuidarlos,
pues los tenemos para toda la vida.
Son nuestros compañeros y aliados,
nuestros confidentes y nuestros cómplices.

Ellos saben todo de nosotros, no creas que podrás engañarlos,
por que no lo lograrás. 
Siempre te van a susurrar en las orejas:
"eso que haces esta mal".

Por eso, hoy mi ratón vino a decirles:
"Cuiden de sus amigos roedores,
no llenen de basura sus cabezas,
pues nosotros vivimos en ellas
y nos gusta tener una casa limpia
y hermosa, con aroma a lavanda
y con aroma a anís,
con pastelillos en la mesa,
la cual recubrimos con barniz,
y con manteles tejidos a mano
y decorados con flores y mariposas,
también hechas a mano.
Cuida de nosotros, los ratones de tu cabeza,
pues somos tus amigos, somos tus aliados,
y estaremos contigo,
por mientras mantengas sobre tu cuello
tu gigantesca cabeza".

Las constelaciones de tu cabello.




Estoy recostado en la cama, mirando el techo negro de nuestra habitación
en él hay muchas estrellas pintadas, cientos de ellas están, en la pared,
estampadas.

Recorro la vista sobre aquellos puntos blancos que pintamos en febrero,
y pienso en lo que hicimos aquella tarde,
cuando caímos rendidos ante los instintos animales
y nos dejamos embriagar por el deseo
y por los aromas en el aire...

Por el calor y por la pasión.

Pero no es eso lo que esta mañana me tiene cautivado,
no,
esta mañana fría y con niebla, es otra cosa la que me tiene atrapado.

Son las estrellas en tu cabello.

Las constelaciones en tu larga melena negra,
estrellas que brillan sobre ti y que no se apagan ni de día.
Estrellas que te hacen hermosa, que se hacen misteriosa,
que hacen especial y una preciada joya.

Las cuento y las admiro: son de muchos colores.
Algunas son rojas como un rubí, otras son verdes como esmeralda,
hay unas medianas que brillan como zafiros
y las más grandes y hermosas, son como diamantes;
diamantes que forman constelaciones.

Las voy dibujando:
- La rosa.
- El nido.
- La amada.
- El amante.
- Los amantes.
- Los viajeros.
- El libro negro.
- La libreta blanca.
- El Caballo.
- El Cuervo.
- El Cazador.
- La Estrella.

Constelaciones que se dibujan sobre tu cabello de ébano intenso,
que brillan bajo la sombra de la mañana temprana,
sobre nuestra cama, sobre mi pecho desnudo,
mis ojos no dejan de admirarlas,
se pierden en ellas y no regresan a mi cuerpo,
pues mi alma se destapa y se aleja de él
para perderse en tu universo negro.

Las constelaciones de tu cabello me cautivan, me derriten,
me hacen desearte día y noche.

Jägare Stjärnor.

Te deseo.



Mujer de cristal negro y rubíes escarlata
de cabellera de diamante y de ojos de esmeralda.
Mujer hecha de polvo de estrella y de luz de lunas,
quien guarda en su interior el calor de los soles
y la magia de las hadas.

Mujer de miel y de delicada parafina,
tus mejillas son orquídeas rosadas
y tus labios, pétalos de rosa del color de la sangre.

Mujer de cuello de azúcar, de caramelo,
el cuál es dulce y delicioso,
es similar a la miel que los colibríes
chupan con desesperado placer de las flores mas hermosas.

Mujer estrella, te deseo como a nadie en esta tierra.

Deseo el néctar de tus labios y la suavidad de tus manos,
las caricias de tus dedos sobre mi piel,
la cálida humedad de tu lengua,
la fría ráfaga del viento de tu cabello
y el vapor caliente de tu aliento.

Deseo tenerte entre mis brazos toda una noche,
una oscura noche iluminada por estrellas en el cielo,
por el halo tenue de la luna
y adornada por nubes dispersadas en la atmósfera.

Deseo unirte a mi. Fusionarte en mi. Que te vuelvas parte de mi.

Deseo poder tocar tu alma tres segundos, solo tres...
y hacer magia como ninguna otra,
hacer magia de amor, la magia real, la magia mas pura...

Deseo tenerte en mis brazos y contarte secretos,
platicar contigo de mis viajes al espacio 
y de mis amigos los cometas, los guerreros del cosmos,
y de los muchos otros existentes planetas.

Deseo darte un beso en la frente, ahí donde gurdas tus memorias
y marcar con mis labios pálidos y desgastados
una marca blanca y plateada.
Una marca celestial.

Un sello que te cuide cada noche cuando regreses al universo,
y que te guíe en tu regreso.
Que te guíe a mi. Solo a mi. Y poder perdernos otra vez entre galaxias....

Te deseo, mujer de cristal de ébano.
Te deseo, estrella desafiante y delirante.
Te deseo, luz plateada e brillante.

Te deseo, mujer de sombras y magia eterna...

martes, 21 de enero de 2014

Me quiero perder.



Me quiero ausentar por un instante
de este cuerpo, de esta cárcel,
de esta prisión de huesos que me contiene
y que me mantiene...

Atado.

Atado al deseo y la ilusión
al anhelo y la desesperación
y a no permitirme volver realidad mis sueños
y mis más perdidos deseos,
los cuales esconden mis mas ocultos secretos.

Y a perderme...

Perderme en ti.

Perderme, solo escapar y fundirme en ti...

Dejarme encantar y hechizar por tus ojos y tu perfume,
dejarme arrastrar por el impulso
y por la fuerza de gravedad que tu cuerpo y tu cabello enredado
provocan en mi.

Perderme en tus manos, en tus labios,
en tu cintura, en tu cuello, en tu vientre...

Dejarme llevar por el instinto.

Tocar con los labios tu espalda,
recorrer con la lengua tu vertebra,
entrelazar los dedos de mis manos con los tuyos...
Arrebatarte suspiros y desgarrar en tu garganta,
dulces gemidos.

Presionar fuerte mi pecho contra el tuyo;
y balancear-me...
acostarme...
relajarme...
dejar que el universo me lleve, nos lleve,
a una galaxia lejana...

A un mundo solitario, dónde no hayan otros como tu o como yo,
y qué solo belleza y paz gobiernen su atmósfera.

Me quiero perder, aunque sea por un momento 
en tu cuerpo y en tu aliento.

Quiero escapar y deseo volar,
me quiero escapar y en ti descansar...

Carlos Duarte.

miércoles, 15 de enero de 2014

Hoy te escribí algo.




Hoy amaneció lluvioso,
el cielo lloraba y sus lagrimas el suelo mojaban,
era gris su color,
y frío su húmedo sabor.

Hoy abrí la ventana, el árbol frente a ella
chorreaba diamantes líquidos,
en sus hojas se formaban mares diminutos
y en su tronco deambulaban animales por minutos.

La brisa mojada enredó mi cabello y jugó con él,
penetró mi cuerpo y llegó a mis huesos,
los hizo temblar y a mi carne desmayar.

Me hizo sentarme y tomar una pluma,
bañarla en tinta azul y rasgar un papel plateado.

Me hizo tomar otra pluma y ahogarla con tinta blanca,
tomar un papel de ébano y pintar estrellas.

Me hizo escribirte, a ti, un bello poema.

Uno que hablará de tu belleza y de tu calor,
de tu nobleza y de tu amor,
que dedicara palabras a una sola persona: a ti,
y que resaltara lo mas bello y hermoso de ti:

Tus ojos negros y misteriosos,
tus labios rojos y carnosos,
tu cabello rebelde y sedoso,
tu voz de sirena que me asesina,
la dulce nota de un gemido de placer,
el tono fuerte de tu palpitar al dormir,
las largas pestañas que encierran tu mirada...
¡oh! Tu mirada...
Ese universo que me pierde con cada parpadeo,
las constelaciones que se dibujan en tu cuerpo,
los lunares que forman las estrellas
y las lunas que abrazan tus caderas.

A ti, indomable belleza estelar,
el viento me hizo sentir el corazón palpitar.

Su fría caricia erizó mi cuerpo y le hizo recordar su calor,
poseyó mis manos y las hizo escribirte una canción:

Lunas viene y lunas van
los soles mueren y resucitan cada mañana
las nubes esponjosas y la lluvia temblorosa
las estrellas miran desde el cielo
a un amante y su doncella
a un amor que sin cadenas
vuelan junto a ellas
y se pierden en el cosmos
cabalgan sobre cometas
y con polvo de estrellas
tatúan en sus cuerpos
poemas y canciones
de ellos y de las estrellas.


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