Dicen aún sí viajas a una parte remota de la tierra, donde el sol raras veces llega y sí escalas la montaña más baja de todas las que hay en la inmensa y extensa cordillera de aquel lugar, podrás ver una grieta que se abre promenosa y ansiosa abre la vista y que desde esa grieta en medio de la nada, donde la nieve nuca cesa y el invierno es eterno, podrás ver un farol que brilla en la distancia. Su luz es blanca como la luz de las estrellas y en medio de la negrura que lo rodea, la niebla que lo hace parecer estar entre nubes, aquel farol se hace similar a los astros. Ese farol nunca se apagaba, su luz siempre brilla. Nadie sabe donde está exactamente. Muchos dicen que París lo custodia con celo, otros dicen que los dioses de Normandía lo hicieron que aquel farol es el punto de referencia para llegar a Asgard. Un anciano una vez me contó como sí de un secreto se tratara, que aquel farol representaba los sueños de todos los mortales y que para llegar a el, primero se tenía que desear y luego soñar y luego lugar por ese sueño, pues el farol era sólo una antorcha que te guiaba. No supe sí creerle o no, al déjenla sus palabras fueron sabías y su consejo lo atesoro como a gemas del más alto valor. Pero, qué creer de ese farol? Qué creer y que dudar? Me lo he preguntado muchas veces y aunque en la cima de la montaña más chica siempre admiro la luz blanca den farol, ese deseo de saber por que esta ahí y donde se encuentra me ha quitado el sueño y me ha mantenido en vela. A veces voy caminado bajo la lluvia y lo recuerdo y otras veces estoy sentado bajo las estrellas y ellas me lo recuerdan. Tarde dos eras y una más en entender lo que el anciano me dijo y cuando lo comprendí, la verdad se volvió una amiga: los sueños te hacen llegar a las estrellas. Te da alas para para que vueles hacia donde tu desees. Te dan piernas tan poderosas y veloces como las de un Guepardo. El farol es en inicio del camino de los sueños, el camino hacia la tierra de las guardiana estelares. Tal vez si te guíe hacia Asgard o tal ves si se encuentra en París, eso será algo que cada uno tendrá que descubrir.
Y por mi parte sólo puedo decirles algo: el farol espera por ustedes. Yo ya estoy mitad de camino de alcanzarlo, y se que pronto veré los sueños realizados.
Carlos Duarte.
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