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domingo, 5 de octubre de 2014

Pienso.



Especialmente hoy, me siento hueco. Como un coco vacío.

Lleno solamente de aire. Sin sangre. Sin huesos. Sin órganos. Sin carne.

Sin NADA.

Solo pienso y pienso y pienso y pienso y pienso y pienso y pienso y no dejo de pensar.
No se precisamente que pienso. No se precisamente que estoy escribiendo. No se precisamente que estoy haciendo. No se nada de nada para este momento. Pero si se que es lo que siento, y lo que siento es una inmensa sensación de una gran NADA. 

Un infinito vacío.

Podría correr una maratón y aun así me sentiría como cuando comencé. Podría no dormir mil años y me seguiría sintiendo alerta. O podría dormir esos mil años y me sentiría igualmente cansado. Como en un constante estado de lividez interminable. Acosado por el acecho de lo que desconozco.

Mi mente esta trabajando demasiado ahora. Piensa cosas que no deseo y hace cosas que tampoco espero. Me tiene en un extraño estado automático. Soy como un autómata que solo se mueve bajo la inercia del impulso mecánico de los engranes. 

No piensa. No siente. No sabe. 

Solo actúa. Actúa porque así fue creado.

Y en este momento, yo soy un autómata.

Un autómata  que solo actúa bajo el impulso abrumador de su cabeza.

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