Dos niñas escribieron en un papel un cuento sobre un gigante, el cual no tuvo un final. Una década después, un joven granjero encontró ese papel y le añadió dos hojas más. Dos décadas más pasaron y el cuento iba de mano en mano, creciendo, se iba alargando. Ahora lo tengo en mis manos, tiene cientos de hojas viejas y otras nuevas. Ahora, yo agregaré una más a ese cuento. Y luego, lo dejaré en un lugar secreto, para que más adelante, alguien le pueda agregar una hoja más.
Carlos Duarte.