El viento habla en un susurro que adormece,
hay tintes de canela y manzana en el aire.
Las luces del cielo brillan tenues en el crepúsculo,
y bajo un faro viejo, compartimos un delicado y largo ósculo.
¿Cómo no amarte en esta temporada?
Me encantas con tu inocente mirada.
¿Acaso fue el destino quien te trajo a mi o fue la vida quien me llevó a ti?
Sea cual sea la conclusión,
estoy seguro que Eros y Afrodita sabrán que no fue por simple confusión.
¿Cómo no desear tenerte el resto de la eternidad?
Si con cada suspirar, me haces salir de esta realidad.
Me derrites con tus caricias y me envuelven en llamas tus dulces palabras.
Tan cálida, tan tierna y delicada.
¿Hay acaso mayor hechizo que este? ¿El de hacerme caer rendido ante ti?
Como un loco, enamorado. Hechizado por la fantasía que existe en ti.
Otoño revela los secretos del mundo oculto,
y en sus lunas podemos ver a las hadas ir y venir,
a los duendes correr, pues suelen de los bosques salir.
Otoño, dulce y cálido otoño,
llevas en tus hojas mi pasión,
llevas en el aire mi emoción.
Hojas dulce, hojas secas,
rojos ardidos y naranjas mórbidos,
llevan en sus hojas muertas,
la historia de nuestro amor.
Otoño bendito, otoño mágico,
no te olvides de nuestra historia.
Que perdure por lo siglos,
en las hojas tibias de otoño,
que perdure por los siglos.
Carlos Duarte
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