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martes, 29 de abril de 2014

Notas musicales.


Solo tengo polvo en mis huesos.
Hay carbón en mis manos y cenizas en mi cabello.
Silencio. Mi alrededor esta en silencio.
Mi habitación está obscura.
Hay carbón en mis manos.
Hay polvo en mis huesos.
Cenizas en mi boca.
La felicidad se ha vuelto cenizas, y me ahoga la agonía.
Trato de gritar, intento cantar.
Pero no sale nada de mi garganta...
Nada más que silencio.

Enciendo la luz y me lastima los ojos.
La apago.
En la ventana se filtra un resplandor.
La luz es tenue, como la luz plateada de la luna.
Al caminar hacia la ventana, algo choca con mi píe.
Es algo de madera, mediano en consistencia.
Tiene cuerdas y un cuello largo.
Junto a eso, hay una vara que tiene más cuerdas.
Recojo el objeto y lo llevo a la luz: es un violín.

Pero yo no se tocar violines.
Acaricio las cuerdas con los dedos y las mancho.
Tomo el arco con mis manos y lo ensucio.
Todo se contamina con mi tacto.
Retrocedo, no puedo seguir estropeando esto.
Camino hacia atrás: uno, dos, tres pasos y chocó con algo más.
Mis manos tocan algo que se hunde al tacto y un sonido rasga el silencio.
Un sonido agudo y otro grave; y me espanto.
Volteo de improvisto, rápido y miro lo que hay detrás mío.
Es un piano, uno grande y color blanco.
La ventana esta completamente abierta
 y la luz lucha contra la obscuridad dentro de mi habitación.
Delante del piano hay un banco pequeño. Tiene polvo, mucho polvo.
Me siento en él y pongo mis manos sobres las teclas.
Otra vez, vuelvo a manchar las cosas con mis dedos,
y una huella digital queda pegada en la tecla.
Los surcos negros van dejando huellas conforme toco las teclas.
Pero es inútil, por que tampoco se toar el piano.

No se hacer nada de esto.
Mis dones son inútiles con ellos.
Y en medio de mi mediocridad, lloro.
Lloro en silencio.
Mi garganta trata de sacar mi llanto con esfuerzo. No lo logra.
Mis ojos parecen cataratas y la sal de mis lagrimas me quema las mejillas.
Trato de ser fuerte, pero incluso Aquiles tenía un talón débil.
Me desplomo sobre el piano y lo empapo.
Escucho mi respiración.
Las cenizas en mi boca se sienten secas.
La lagrimas en mis ojos queman.
Queman y su ácido me deja ciego.
Mis manos tratan de parar mi llanto y presionan mi cara.
Es un tanto estúpido tratar de impedir que salgan,
pues llevan eras enteras tratando de hacerlo y no se detendrán.

No es hasta que escucho un sonido chirriante, pero hermoso,
que mi llanto se detiene.
Aquél ácido deja de salir y los ojos me arden.
Hay un flujo que me gotea de la nariz.
Hay manchas en mi cara y parece que ríos de negrura rasgaron mi rostro.
La luz se ve opaca en mis ojos mojados, pero logro verlo:
en la ventana, sobre una silueta azul, el violín esta cantando.
Hay alguien, alguien idéntico a mi en imagen, pero diferente en realidad.
Aquel ser que brilla con una luz azul, discierne de la luz de la luna.
Y el violín en sus hombros me hace querer llorar de nuevo,
pero no por tristeza, si no de alegría.
Me hace reír y me devuelve la sonrisa.
Hace una reverencia, con el violín en manos, y sigue tocando.

Me levanto y el desaparece.
El violín se queda flotando, y sigue tocando.
Es mágico y veo mariposas azules volar ahí donde el violín flota.
Las cenizas en mi boca se comienzan a deshacer.
Siento que pronto podré gritar. Podré cantar.
Y de imprevisto, el piano comienza a sonar y volteo:
aquel gemelo mío, ahora esta sentado y con las teclas en la mano.
Sus dedos fluyen como el agua en un río y las notas musicales salen del piano,
como alegres surcos rectos y curvos desde la caja musical.
También hay mariposas, pero estas son negras, y vuelan ahí donde las notas
explotan con energía.
Mis ojos ya no arden.
Mi boca ya no se siente seca.
Mi garganta se ha deshecho de su cárcel y siento deseos de cantar.

Un sin fin de nota musicales comienzan a salir, como vómito,
de mi boca fresca.
Huelen a hierbas y a menta.
Y mi canto, junto con los instrumentos, rompen el silencio.
Yo, mi otro yo y la música iluminamos mi habitación
y las Notas Musicales,
fluyen con emoción.

lunes, 21 de abril de 2014

El Extraño.



Sucede que, dentro del mar que me abruma la cabeza
naufraga un ser extraño.
No es especial, no tiene nada de interesante.
Se puede decir que es aburrido, de hecho lo es y bastante.
Aveces llora ríos, otras veces grita risas.
Una veces menos constantes habla y casi todo el tiempo esta callado.
Ese ser, aquel extraño, es muy distinto a lo que yo soy.
Y es tan idéntico, tan similar a lo que de verdad soy.
Ese ser soy yo, en una de las siete caras de mi alma.
A ese ser lo cubre un mar inmenso, y siempre una ola lo acecha.
A ese ser se le ha dado una pluma blanca y usa el mar como tinta,
pues el mar es negro.
El cielo es igual negro, pero curiosamente todo lo que en el se ha escrito,
brilla como estrellas.
Escribe y sus letras son estrellas.
Ese ser es romántico, es atento, es cordial, es alegre, es mas feliz.
Y a la vez es serio, es callado, es melancólico, y a veces parece muy triste.
Casi siempre esta solo y le gusta su soledad.
Pero últimamente, algo ha desequilibrado su entorno y su mar, 
su océano de tinta negra y brillante,
se ha alborotado con la presencia de alguien mas.
No es perfecto. Yo en si no soy perfecto.
Al igual que el, tengo miedo a muchas cosas,
cosas que los demás dirían que son absurdas.
Pero les temo. Les temo tanto, que no me arriesgo.
Mi mayor miedo es el olvido.
El pasar desapercibido.
Es terminar algo que no quiero.
Los finales.
Y aquel ser que navega mi universo, también teme a los finales.
Tal vez de el manifiesto todo esto, tal vez no soy yo el que hable ahora.
Tal vez el es quien hable ahora.
No quiero sonar arrogante, ni tampoco altanero,
no quiero que confunda esto y que piensen que no se que quiero.
Si se lo que quiero y lo que "quiero", lo tengo ahora.
No busco nada mas, pues lo que ahora tengo me es suficiente.
Lo que ahora esta conmigo, me llena.
Llena un espacio en mi que mucho tiempo permaneció vacío.
Algo que hace eco en mi ser, en mi cuerpo y en mi mente.
No vean mal a aquel caballero de la balsa, 
el es solo un reflejo de lo que soy.
El, en si, soy yo y yo soy el.
Somos nosotros y nosotros somos uno.
Aquel ser, caballero, de aquella balsa en medio del mar,
no dejara su bote.
Aquel caballero, ser, en el mar,
ama una estrella.
Pero tanto ese ser, como este caballero, tienen miedo a perderla...
A perderla para siempre: como amante y como amiga.
Aquel caballero, como este ser, temen a un final,
un final sin felicidad y con la sonrisa de la soledad.

Tanto ese Extraño como este Caballero,
aman a una estrella, pero temen a perderla en medio del espacio.


miércoles, 16 de abril de 2014

Al otro lado.


Dos lados. Dos caras.

De un lado soy el benévolo, el pacifico y amoroso.
Del otro soy el desastre. Una tormenta, torbellinos de desolación.
De un lado hay alegría y una música vivas y jubilosa.
Del otro hay silencio. Es como estar en medio del desierto.
De un lado esta mi cara mundana. La que todos ven.
Del otro, no tengo solo una cara.
De un lado puedo ser sereno y amable.
Del otro, puedo ser un monstruo.
A veces temo a mis dos lados,
pues uno es el que domina, siempre domina, 
pero el otro, el menos conocido...
aguarda.
Aguarda paciente y temo que un día salga.

Al otro lado del espejo de mi alma,
temo que mis otras caras se revelen.

¿A qué le vale este cuerpo?



¿A qué le vale todo esto?
No eres del tipo especial.
Tus notas son mediocres y tu voz un desastre.
¿A qué le vale este presente?
Sientes ser el dueño del mundo, cuando solo eres dueño de tu mente.
¿A qué le vale esta vida?
Vida, la que llevas en tu espalda,
te encorva, te hace ver viejo...
¿A qué le valen tus sentimientos?
De todas formas, sientas o no, el mundo seguirá.
Tal vez contigo o tal vez sin ti.
El amor, el odio, la envidia, la alegría... la duda,
todo eso seguirá.
¿A qué le vale este cuerpo?
Es imperfecto, es tedioso.
Este cuerpo se enferma, esta mente divaga.
Estos ojos se cansan y su lengua se reseca.
Siempre tiene hambre, nunca se sacia.
Siempre tiene sed, y el agua es escasa.
Siempre va a querer más, más más más más...

¿A que le vale todo esto?
Solo hablo por hablar, para desahogarme,
para tratar de no perderme en mi propia locura...

¿A qué le vale...?

Tal vez el valor real, permanezca oculto en su interior,
no en su cuerpo, si no en su corazón,
no en el de carne, sino en el del alma.

Sácalo.


Grita, no lo guardes.
Llora, no lo reprimas.
Habla, no te calles.
Siente, no te niegues.
Observa, no cierres tus ojos,
Respira, deja fluir tu aliento.
Toca, no esposes a tus manos.
Imagina, deja de bloquear tu mente.
Sácalo, déjalo fluir,
deja que las emociones emanen de tu cuerpo como mariposas,
deja que tu cuerpo se desvanezca en un mar de rosas,
deja de reprimirte,
deja de excluirte,
deja que tus alas te lleven a volar,
deja que cataratas salgan de tus ojos al llorar.

Sácalo, no lo guardes.

lunes, 14 de abril de 2014

Eclipse.


Hoy hubo un eclipse lunar y añoré tu compañía.
Las estrellas pasaban a través del cielo, fue magnifico
y poco a poco la luna se bañaba en sangre, le daba un toque terrorífico.
Pero mientras todo eso pasaba, en silencio te extrañaba.

Extrañé tu sonrisa y la forma en que me besas
extrañé tus historias: de una diosa y de su amante,
de una luna y un sol distante.

La luna brillaba intensamente,
era como un enorme faro en medio de un mar tranquilo,
con sus nubes caminando de aquí hacia allá.
Una estrella fugaz rasgo el cielo y en seguida recordé tus ojos,
enigmáticos y misteriosos, custodiados por un par de abanicos negros.

La noche era larga, el eclipse aun no llegaba
y mientras tanto...
Mientras tanto, yo suspiraba pensando en ti,
ahí, recostado sobre el concreto de mi azotea,
ahí, tirado bajo el manto de las estrellas,
ahí, tratando de retroceder el tiempo,
de que la luna me ayudara a viajar en el tiempo
y no haber hecho tantas cosas...
haber cambiado mis palabras.
Haberte dejado jugar en mi regazo...

El Eclipse llegó.
El cielo negro se tiñó de rosa,
la luna se pintó de sangre 
y las estrellas lloraron de felicidad,
y yo seguia pensando: 
"si tan solo mis palabras no la hubieran lastimado..."

El Eclipse termino, el sol estaba por salir,
un cometa se veía en la distancia, casi imperceptible,
surcando el cielo diurno.
El sol saludaba con sus cálidos rayos dede la costa,
las aves comenzaban a cantar,
un gallo dejo salir su voz,
dos palomas blancas pasaron volando,
un gato negro maullaba en una ventana,
y las estrellas se despedían de esta velada...

Y pense que tal vez, en algún lugar,
tu estarías igual, observando la luna,
pensando, tal vez en olvidarme, en dejarme,
en partir hacia un nuevo viaje y tomar tu barco hacia el horizonte,
no lo se, solo lo supongo.

Es sorprendente el como una palabra
puede desatar una tormenta.
Pido perdón por eso, por mis palabras.

Tal vez leas esto después del eclipse,
o tal vez prefieras platicar con las estrellas 
en cualquiera de los casos, quiero que estés feliz,
yo estaré a la espera de tu llamado,
cuando la luna de nuevo aparezca.


☍ - ✩

miércoles, 9 de abril de 2014

Mi reino.



Me abraza una atmósfera de frío y el aire es pesado
hay copos de  nieve cayendo de un cielo nublado
mis pies duelen, se rompen con cada paso,
mi lengua esta  pegada a mi paladar.
No puedo hablar.
Estoy en un reino, un reino particularmente diferente a los demás.
Este reino es mío y nadie me lo puede quitar,
en el suelo quedarme por muchas eras.
Aveces olvido que solo debo visitarlo de cuando en cuando,
pero sus castillos son tan tentadores... me hacen recaer y regresar a el.
El reino no tiene jardines ni bellos salones,
el reino no cuenta con cientos de balcones,
en él no hay muchos poetas y tampoco abundan las princesas,
tampoco hay una reina. 
El reino tiene un nombre y es muy conocido.
A veces lo comparto, a veces lo reservo para mi.
El reino se llama soledad y de el yo soy el rey.

Pequeña niña estrella.



Pequeño lucero que brillas en el cielo
¿Por qué estas llorando así?
Te veo, estoy parado frente a ti
y te escucho: tu respiración se corta
y tu pecho sube y baja.
¿Cuál es la razón de tu llanto?
¿Es acaso un dolor interior?
¿Algo que no se puede palpar, solamente se puede sentir?
Pequeña niña brillante, me duele verte caída
tu no perteneces a las tinieblas, aunque en ella te sientas protegida
o tal vez atrapada, si, creo que es mas eso: te sientes atrapada.
Pequeño lucero, yo te puedo limpiar las lágrimas
que por tu rostro corren como ríos.
Pequeña diamante,
¿por que te alejas y te ves tan distante?
¿No confías en mi? ¿Acaso te doy miedo?
Si me contarás lo que te pasa, tal vez pudiera ayudar.
Aunque se que dirás que la verdad es peligrosa y la mentira ventajosa,
a veces te quiero abrazar y sostenerte hasta que tus lagrimas se sequen
y hasta contigo llorar y dejar que mi cuerpo igual se seque.
Pequeña niña estrella
¿a qué le tienes miedo?
Soy un cazador, tal vez pueda terminar con tu pesar,
tu eres una estrella, a la cual no pienso lastimar.
Pequeña niña estrella, ya no llores más,
yo estoy parado frente a ti y con mi luz estelar
voy a tratar que tus lagrimas se confundan con el mar.

✯☄✯

martes, 8 de abril de 2014

Mi roca.



¿Hacía dónde van a volar mis ilusiones cuando venga la noche?
¿Por que no puedo despertar de mis pesadillas cuando la mañana llega?
Me abandona la esperanza cada vez que recuerdo tu reflejo...

Reflejo...

Solíamos ser como dos gotas de agua.
Me abruma el sentimiento y me nubla la mirada el recuerdo,
¿Qué me pasó?
¿Qué te pasó?
¿Qué nos pasó en ese viaje hacia el universo?

Juramentos quebrantados,
promesas que se vuelven cenizas a los pies de un querubín.
Una vacío inmenso se interpone ahora entre nuestras almas.
¿Es acaso eso que brilla una chispa de fe?

¿Por qué me quedo callado ante tu presencia?
Es absurdo, lo se, pero me quedo callado.
No se qué decirte cuando te veo o como hablarte tras el espejo.
Te veo tan diferente, yo me veo tan alejado detrás del cristal.
¿O es que simplemente yo he cambiado y en ti veo mi diferencia reflejada?
¿O es que simplemente tu te has alejado y mi reflejo es el que se pierde en el horizonte?

Dime una cosa: ¿tus palabras fueron la verdad?

Me duelen. Duelen como agujas traspasando la piel,
como el filo de los cuchillos rebanando la carne viva de las manos,
es como sentir el frío invernal congelando los huesos,
la sangre no fluye, mi sangre se detiene y mi corazón se paraliza...
¿Esa fue la verdad?

Creo que en el fondo me llegaste a conocer, Navegante,
creo que en fondo fuiste quien me vio tal cual era.
Creo que me has visto el alma, pero la has olvidado.
En tu viaje por el universo, tu ruta por las estrellas,
me has olvidado.

Has zarpado hacia un océano infinito y te has maravillado en él,
y me alegra saberlo, pues yo igual me siento maravillado por él.
Un océano lleno de misterios, lleno de maravillas y de luz,
me han dicho las estrellas que te va bien, me cuentan los cometas
que tus aventuras han sido sorprendentes. Haz luchado con piratas
y has ganado, has visto sirenas y al menos de una te has enamorado,
te has adueñado de ese mar galáctico y en él has vivido,
y me siento feliz, mas que nada por ti, pues de alguna forma
has logrado vivir.

Te he visto crecer tras mi espejo,
te visto enfrentar tus miedos y superar tus temores,
te he visto pensar, reír, soñar, vivir...
Y he visto tus derrotas, he visto las lagrimas correr por tus mejillas,
he sentido el pulsar de tu sangre al tomarte de la mano.
Me he aferrado a ti cuando la tormenta ha venido sin control...

Pero ahora me siento desprotegido. Sin un ancla a la cual aferrarme,
me siento suelto, a la intemperie y mi luz se pierde entre un torbellino de emociones,
que pocas veces son blancas, y la obscuridad tiende a rodearme cuando eso sucede.
Me vuelvo parte del entorno y me escondo en la coraza de mi propio ser.
Me fundo con las estrellas y me oculto tras la capa negra de la noche.

Creo que he dicho mucho, aunque me falten ciclos para poder expresar mi alma,
creo que hoy te he recordado mucho, te he visto tras mi espejo de nuevo,
esta vez, estabas un poco más cerca.


♒ ♋ ♒

lunes, 7 de abril de 2014

Esa sensación.



¿Cuál es la razón de la existencia?
¿Hay acaso un abismo profundo al final del horizonte
dónde llegan a resguardarse todos nuestros miedos
y a esconderse nuestros temores?
¿De dónde viene la verdad de la vida?
Me he preguntado eso miles de veces.
Hay un caos frente a mis ojos cada vez que llega la noche:
un mar de fuego me invade y me quema y cientos de gaviotas
hechas carbón vuelan sobre mi; tratan de sacarme los ojos.
La obscuridad me cubre al regresar a la realidad,
no hay luz.
¿De dónde viene esa sensación de estar solo?
Agonía que me rodea como hielo y me congela la sangre,
hay viento que revuelve mi cabello rizado,
hace un nido en mi cabeza y me deja sin aliento.
Las gaviotas quemadas vienen a anidar en él.
Me asustan, me siento indefenso, cohibido... con miedo.
Con miedo, hasta que llega ella:
Soledad, amiga mía, incondicional compañera.
Me abrazas con tus manos heladas,
dos brazos blancos que me acurrucan como a un bebé
para luego despertar y sentirme agobiado.
¿Dónde están las promesas que me hiciste?
¿A dónde fueron aquellos ángeles que me cuidaban?
Soledad, me siento acompañado por ti...
Me siento solo...
Aún sigo buscando el por qué de esa sensación..

☽ ☙ ☍ ❧ ☾

viernes, 4 de abril de 2014

Runas y pasión.


"Estuve con ella de nuevo hace una luna. Estuve con mi estrella y esta ves, en lugar de solo magia, también usé Runas."


La noche inició fría, fresca. Era perfecta. Yo tomé mi caballo, había esperado por esta noche ciclos enteros y ella me esperaba en la fortaleza cercana a su mansión. Íbamos a escapar por una noche, para entregarnos mutuamente. Íbamos a ser uno de nuevo, por toda esa noche.

Subí a la montura de mi corcel negro y con un relinche, él comenzó a correr sobre el sendero de terrecería  Había mucha grava y se escuchaba el crujir de las rocas bajo los cascos de mi corcel. Eran las veinte horas y el cielo estaba plagado de estrellas que me observaban desde los cielos. Había preparado todo de acuerdo a nuestro plan: yo llegaría en esta majestuosa bestia y ella escaparía conmigo al confín de la tierra, para estar solos: ella y yo y el universo. 

Necesitaría fuerza para llevarla hasta lugares nuevo, magia para transformarnos y fusionarnos. Necesitaría Runas para esa noche. Así que tomé mi estela, una varita de cristal luminoso. Luz muy blanca y pura; y tracé las runas sobre mi cuerpo. La sensación era pesada, las runas quemaban mi piel y la nutrían con su poder.

Primero la Runa de Velocidad. La luz traspasó mi piel, llegó hasta mi carne y dejó marcada la runa en mi alma. Luego la Runa de Fuerza, y en seguida me sentí más vigoroso. Tenía magia recorriendo mis venas. Después, el la Runa del Poder del Ángel. Luego la Runa de Agilidad, la Runa de Silencio, la Runa de Clarividencia y por último la runa que uniría todo y sellaría mi preparación: la Runa del Amor.

El viento rompía sus capas sobre mi rostro. Había diminutas gotas de agua en el aire, la brisa fresca inundaba mis pulmones y la humedad del ambiente me hacia sudar un poco a pesar del viento que me rodeaba y me hacía congelar la piel. Estaba cerca del fuerte y ella seguramente ya me estaba esperando. Moría de ganas por verla de nuevo en su traje negro: enigmática, seductora y hermosa.

Di una vuelta a la izquierda. Caminante, el corcel, relinchó cuando dio otra vuelta a la izquierda, una más a la derecha y dos calles adelante se alzaba el fuerte. Era imponente. Una estructura gigantesca y que merecía la pena ver. Había ríos recorriendo las fronteras que lo circuncidaban  Un bosque rodeaba sus muros y las antorchas iluminaban todo a sus faldas. Y entre esas luces tenues, vi una mancha encapuchada y negra, y dos sexy's piernas cubiertas por medias. Dos ojos grandes y misteriosos me miraban desde dentro de la capucha. Era ella.

Caminante desaceleró la velocidad y comenzó a trotar. Llegué hasta donde ella y como lo pensaba, estaba hermosa y radiante. Portaba un vestido negro que se le veía perfecto. Una capa corta que cubría sus delicados brazos. Tenia los labios rojos, como la pasión y los ojos negros, como la noche. Era una autentica Cazadora y yo la complementaba con mis Runas.

La tomé de la cintura. La acerqué a mi y la besé. La besé con desesperación y con anhelo, con pasión y con deseo. Y después de reconocernos el uno al otro, juntos montamos a Caminante y escapamos hacia el horizonte.

Galopamos sobre el corcel y sentimos el aire cortarnos la piel y volviendo a unirla. La noche era eterna en ese momento y una habitación tibia y acogedora, nos esperaba en los confines del mundo, bajo el manto de las estrellas.

Al llegar a nuestro lugar secreto, en el aire se percibía una magia muy pura. Algo limpio y sereno. Dejé que Caminante se fuera hacia donde él quisiera por el resto de la noche. Caminante es un corcel sabio e inteligente, y nunca me abandona  Sin embargo, tampoco es mi prisionero y se puede escapar, como yo, cuando el quiere. Esa noche lo hizo y nos quedamos solo mi dama y yo en una habitación con agua caliente, sábanas suaves y fuego.

Otra vez las runas me quemaban la carne y me hacían sentir fuerte. Vivo. Con magia. 

Ella desató el nudo de su corto mato del cuello y la capa calló como agua de una cascada tras su espalda. Me miraba. Yo la miraba. Me tomó de la mano. Yo la acerqué. Me abrazó por el cuello y yo rodeé su cintura. Nos besamos y caímos juntos en una cama de seda, paja y algodón. Era nuestro lugar secreto. Nuestro pedazo de paraíso.

Me levanté y retiré de mi cuerpo el chaleco de cuero que me tapaba y las runas brillaron cuando lo hice. Una luz cegadora iluminó la habitación y así como llegó, así se esfumó y la runas que me quemaban, ahora estaban carbonizadas. Eran negras sobre mi piel y parecían tatuajes. Eran perfectas. Pero a pesar de eso, ella seguía siendo aún mas perfecta.

Nos acostamos en esa cama de paja, seda y algodón. Una prenda aquí, otra prenda allá. Salían volando y por su color tan obscuro, imitaban el vuelo de los cuervos cuando se suspendían en el aire. Mi estela rebotó en una pared mientras mi pantalón aleteaba y lanzó chispas blancas al caer. Había rocas-runa en el suelo que nos iluminaban con su tenue resplandor. El calor que la chimenea emanaba, nos mantenía en temperatura, aunque nuestros cuerpos iban en aumento: la sangre nos hervía cada vez más. Sudábamos. Aquel lugar era un sauna a pesar del frío que se mantenía latente en la cima de la habitación, muy a ras del techo y en el piso, muy a ras de los cimientos.

Las Runas surtían efecto en mi. Primero fue la runa del Amor. Aquel calor particular que las runas dejan en tu cuerpo, en tu ser cuando son empleadas, me había tomado y el Amor comenzó a fluir como perfume de mi cuerpo. Un aroma suave que se despegaba de mi piel y se unía a la de mi dama. Luego fue la fuerza la que me inundó. El poder de la runa agitaba mis venas. La sangre corría por ellas a mil pulsaciones por segundo. Mi corazón corría muy rápido, como lo hace Caminante cuando cabalgamos las praderas. Mis ojos se mantenían en los ojos de mi dama y la fricción, junto con la velocidad, nos hacían ver las estrellas a través del techo de madera.

Y así fue cada una de la runas desatando su poder y entregando la magia que me daban a los brazos de mi dama.

La noche nos observaba. El sol dormía tranquilo, mientras la luna, que era nueva, solo dejaba ver su sonrisa en el cielo y a las estrellas adornando su cabello.

Hubo un momento en el que ambos viajamos hacia el universo. Un momento en el qué, dejamos nuestros cuerpos y nos fundimos en un solo suspiro. Un momento en el que eramos dos almas y a la vez eramos solo una. Una sola carne y un solo cuerpo. Una sola alma y un solo pensamiento: amor.

La tomé de las manos con fuerza. Nos volvimos polvo de estrella y viajamos hacia el espacio. Recorrimos las galaxias, nos sentamos en un cometa. Rodeamos un aerolito y luego caímos rendidos en un planeta azul. Ese planeta tenía anillos de piedra a su alrededor y el aire en su atmósfera era puro. Ahí la volví a besar y ella me beso también. Ahí, un vez más, las runas destilaron su magia y aunque tenía un cuerpo etéreo, el poder que me habían dejado en el espíritu irradiaba igual de fuerte y con la misma potencia que hacían en el cuerpo físico. Como tatuajes surcando mi piel, así se marcaban en las extremidades de mi alma traslucida y nos hacían brillar en medio de un planeta habitado solo por el silencio.

Hicimos el amor en ese planeta y fue hermoso.

Regresamos al la tierra. La noche estaba por terminar. Al retomar nuestros cuerpos, la luna se comenzaba a ver cansada y con sueño, un sueño diurno. El calor de la chimenea se empezaba a apagar. Las nubes de vapor en el techo comenzaban a caer bajo la presión del aire y el frío escapaba del suelo como agua. Mi dama y yo estábamos en la cama que habíamos fabricado tiempo atrás. Ella se levantó. Se veía perfecta vestida solo con su piel. Me miraba desde el borde de la cama. Extendió la mano y me invito a acompañarla. Yo acepté. Tomé su delicada mano, su piel era de papel. Un papel terso y suave. Me levanté de la cama y la seguí; su mano enganchada a la mía.

Ella me llevó hasta un cuarto húmedo, una habitación pequeña y mojada. Un baño. Dentro, había una tina redonda. De la tina salían estelas de vapor como hilos blancos y traslucidos. El agua dentro de esa tina estaba caliente. Ella se metió al agua, su piel brilló cubierta del liquido transparente. Me dijo: ENTRA CONMIGO; yo acepté.

Nos sumergimos, ambos, en un mar de cálidas aguas. Un diminuto mar, en el cual eramos los dioses: yo Poseidón, ella mi Calipso. Y en ese mar de diminutas proporciones, volvimos a conocernos. Volvimos a entregarnos y las runas, junto con la pasión, nos volvieron a dominar con su magia sobrenatural.

La noche había concluido. Era tiempo de marcharse. El sol estaba despertando y la luna comenzaba a cabecear en el cielo, tenía mucho sueño. Caminante había regresado. Con los cascos en sus patas, golpeaba la roca sólida del sendero que formaba un camino hacia la entrada. Nos avisaba de que el tiempo se había terminado y que era hora de regresar a nuestra realidad. Salimos de la tina. Se había acabado nuestra noche de ensueño.

Volvimos a portar el uniforme negro. Nos envolvimos en nuestros capullos góticos y salimos de la guarida de nuestro amor. Caminante nos esperaba en la puerta. Subimos a su lomo. La montura estaba algo fría. Mi dama se puso frente a mi, yo sostuve las riendas y después de darnos un beso, Caminante empezó la carrera. 

El Horizonte estaba pintando sus fronteras de un color naranja muy intenso. El sol comenzaba a saludarnos con sus primeros rayos. La fortaleza en la cual me encontré con ella, se alzaba enorme en la distancia. Traspasaba las copas de los árboles. Ella se recargaba en mi pecho mientras corríamos. Yo respiraba su aroma, su cabello.

Las runas comenzaban a desaparecer y en lugar de un tatuaje negro, ahora solo quedaba una ligera marca en mi piel. Una cicatriz con forma de runa.



☍ ♞ ☆


jueves, 3 de abril de 2014

Trazando Constelaciones.


Aquí estoy. No hay nadie a mi alrededor. Estoy solo, como siempre: nada más mi alma y la soledad.
A veces no entiendo el por qué de esa razón: vives entre humanos y te siente la única criatura viviente entre un montón de bultos sin rostro ni color.
Como si solo respiraras nitrógeno en lugar de oxigeno: se congelan tus pulmones y entonces vuelas.
Vuelas alto y te desprendes de tu cuerpo, de tu cárcel y eres libre.
Eres libre y estás solo.
Solo en el universo.

Y aquí estoy. Solo en medio de la nada.
Sin cuerpo, solo alma.
Soy luz y soy obscuridad al mismo tiempo.
Soy malo y a la vez soy bueno.
Soy veloz y lento a la vez.
Muero y vivo con cada bostezo, con cada respiro.
Muero cuando duermo.
Vivo cuando sueño.

Hay muchas chispas frente a mi, están dispersas por todos lados.
No tienen forma, es como ver cientos de diamantes tirados al azar.
Brillan, mucho en realidad.
Algunas son de colores curiosos: rojo, verde, azul, morado, dorado, plateado...
Y aunque todas se parecen, cada una tiene su brillo especial.

El universo es silencioso, eso es un punto a su favor,
pues puedo escuchar mi propia voz alejarse y alejarse y alejarse.
Y a mis pensamientos trinar en mi cabeza y retumbar en mis oídos
y escapar de mi mente, para formar ondas que se van expandiendo,
formando una ola gigantesca que recorre todo el cosmos.

El silencio es otro de mis amigos.
Él me entiende a la perfección.

Mientras, admiraba aquellos diamantes curiosos. 
Parecen joyas y son de verdad hermosas.
Tomé una en la palma de mi mano. Estaba fría.
Era azul.
Brilla mucho, hay un fuego interior que la alimenta, pero no la consume.

Y entre mi ensimismamiento, escucho un sonido.
Mi amigo el silencio se espanta y huye.
No le gustan los extraños, y escapa cuando uno aparece.
Una voz. Una voz femenina.

No lo noté antes, hay alguien a mi lado. Es una mujer. No me dice su nombre.
Se acerca y me habla en un idioma extraño,
se pega mucho a mi oído;
 y por ridículo que suene, le entiendo.
Me dice que una esas luces, que les de un sentido.
Que les dé un significado.

Me dice una palabra, una palabra en su idioma, la cual no conozco,
pero que si logro comprender muy bien: CONSTELACIÓN.
Las luces toman forma frente a mis ojos: son estrellas.
Y con las estrellas, puedes crear constelaciones.
Y eso me dispongo a hacer.

Las voy uniendo, las voy mezclando y en un lienzo negro,
constelaciones voy trazando.
Una, dos, tres, cuatro.
Diez, veinte, treinta, cuarenta.
Cien, doscientos, tres centenas, y cuatrocientos.

Las constelaciones se van formando.
Las estrellas se van uniendo.
Muevo una aquí.
Muevo otra allá.
Esta la dejo en su lugar, esta otra la separo,
aquella la alejo y esta ultima la uno a su gemela.

Ya tiene forma. Ya tiene significado.
Ya tienen un propósito y yo.
Yo ya no me siento tan solo, 
pues las contestaciones me hacen compañía.

☍ ♘ ☍

miércoles, 2 de abril de 2014

La recolectora de estrellas.


Hay una chica en medio del desierto. 
No logro ver su rostro, pero si veo su cabello. Me da la espalda. 
No muy alta, tampoco es tan baja. 
Supongo que tiene una estatura normal. 
 Ella está caminando. 
Yo la veo desde una colina.
Ella tiene un vestido, creo que es blanco.
No.
Es azul. 
Un azul muy brillante, deja un halo a su alrededor.
Ella se agacha, recoge algo del suelo. 
Su rostro sigue mirando hacia abajo, a pesar de que esta de pie.
Lo que sea que tomo del suelo, lo aprieta con fuerza, como si no lo quisiera soltar nunca.
Siento de ganas de acercarme, pero las reprimo. 
Ella vuelve a caminar, ahora mira hacia el cielo.
No se como explicarlo, tal vez sea solo mi imaginación, pero esa chica tiene algo especial.
Hay una chispa de magia en ella.
Lo veo desde mi colina.
De pronto, un sonido suave y dulce hace eco en el desierto.
Es su voz.
Ella canta.
Y su canto es hermoso.
Eleva las manos y lo que había recogido del suelo toma forma.
Es algo brillante.
Muy brillante.
Parece una perla, tal vez un diamante.
No, es diferente.
Es mas como una luz, una antorcha blanca.
Es una estrella.
La chica la empuja y la estrella se eleva.
Vuela, vuela, vuela y llega muy alto.
Se estampa en el cielo y ahí se queda.
La chica voltea; me ve.
Yo me sorprendo.
Me sonríe.
Yo le sonrío.
Ambos sonreímos.
Ella hace una reverencia.
Yo me quedo inmóvil por unos segundos, luego reacciono.
Hago una reverencia.
Y cuando levanto la mirada, ella ya no esta.
Desapareció.
Solo una nube de polvo brillante queda donde estaba y una silueta de luz se ve surcando el cielo.
Es ella volando.
La chica es una recolectora de estrellas, que las salva de la tierra y las devuelve a lo cielos.

✬♏✬

Diseñando.



Esta vez, le dedicaré unas palabras a un amigo
que debo aceptar, un poco he descuidado.

El lleva el arte en el alma
y diseñar parte del mundo
es su pasión.

No recuerdo con exactitud como nos conocimos,
tal vez fue el simple destino
o las ocurrencias de la vida,
creo que le presté un disco de platino
o tal vez me dejo darle a su manzana una mordida.

No lo recuerdo, solo sé que lo conocí.

A veces no lo entiendo
y el conoce más de mi que yo de él,
esa es la verdad
y es un poco áspera la realidad,
pero así es este juego llamado: vivir.

Compartimos cosas, él me platica de su vida
y yo le cuento de la mía,
y aunque el tiene mas que decir
de lo que yo tengo para contar,
trato de seguirle el ritmo,
pues a veces es como una lechuza: nocturno y ojona,
y yo soy como un ave: diurno y cantor.

A veces somos divergentes en nuestro horizontes
y a veces somos convergentes en nuestras ideas.

Diseña el mundo a su alrededor: lo pinta y lo dibuja,
y en lo que hace, debo admitir que es bueno.
Yo trato de hacer lo mejor que puedo con mis letras
el trata de hacer lo mejor que puede con sus trazos.

Aveces somos como agua y aire:
no podemos mezclar y luego separar.

A veces somos como tierra y planta:
de la mano de uno crece el otro.

Aún lo sigo conociendo,
y creo que llegará el día en que nos conozcamos bien.
Mientras tanto, el continuara diseñando.
Yo continuaré escribiendo.

Una dama y un caballo.


Hay una doncella en medio del bosque.
-Silencio-
Hay una bestia que corre las praderas.
-Galope-
Un vestido se rasga en las ramas de los arboles muertos.
-Desesperación-
Respiración agitada. Fuerza. Velocidad.
-Viento helado-
Pies sangrando, lagrimas en lo ojos.
-MIEDO-
Rocas saltan tras su carrera y el césped se quiebra bajo sus patas.
-AGONIA-
La doncella cae al suelo, el velo de que oculta su rostro se pinta de rojo. Sangra y llora. Se levanta.
Corre de nuevo.
-HUIR-
El Caballo, la bestia, vuela. Ya no está corriendo, sino que vuela. Tiene alas en el lomo. Son negras, como las alas de un cuervo. Es hermoso.
-ESPERANZA-
Hay monstruos tras la doncella. Ellos corren rápido. Se acercan cada vez más. Se siente su hedor en el aire.
-MALDAD-
El Caballo esta en los cielos. Busca algo en el suelo. Algo blanco o no, tal vez algo sucio, manchado. Algo dañado y que esta huyendo. Huyendo de la maldad.
-Vigila-
La doncella cae en un hoyo profundo. Su vestido blanco se embarra de tierra húmeda  Hay fango en el fondo. Grita, pide ayuda. Nadie responde. En la tierra se sienten el vibrar de las pisadas de los monstruos. Son pesadas y rápidas. Están muy cerca. Se pueden oír sus gritos guturales.
-Derrota-
En el cielo se puede ver una mancha negra. Brilla con la luz de un sol de ocaso. Con el crepúsculo violeta detrás. Sus alas rompen las capas de aire y dejan escapar un estruendo fuerte y enérgico  La mancha cae en picada sobre un claro en mitad de un bosque casi muerto. Un bosque que se pinta de un naranja triste y gris. Los monstruos se detienen. Algunos gritan palabras desconocidas. Otros huyen. Solo algunos se quedan a enfrenar al Pegaso.
-VICTORIA-
La doncella deja salir un brillo de alivio a en mirada. Su mirada demuestra esperanza. Paz. Pero se esfuma tan rápido como llegó. Una mano grande y tosca la sumerge en el fango y casi la ahoga. Luego la saca y la sacude como a una muñeca. Grita, pero su grito es ahogado por las voces de aquellas cosas. Ya no tiene fuerza para luchar. La sangre corre por su rostro, por sus pies. Por todo su cuerpo. Esta perdida. Empieza a ver todo un poco mas obscuro y el mundo desaparece frente a sus ojos. Ya no esta más aquí.
-Perdida-
El Pegaso negro relincha en los aire, patea al caer sobre los arbole y sus alas rompen las ramas secas de estos. Una luz azul escapa de sus alas. Un resplandor zafiro ilumina todo y los monstruos caen rendidos.
-Luz-
La obscuridad desaparece. Hay una batalla en el claro. Un ser deforme ataca con un mazo. Otro asesta golpes con una espada torcida. Uno más salta sobre el Pegaso, pero no logra atraparlo. El Pegaso agita sus alas, el viento debajo de ellas es fuerte y pesado. Derriba a varios monstruos. Algunos vuelan lejos, otros se golpean en los árboles secos. Algunos árboles se rompen con las ráfagas de aire. Hay una mancha blanquecina que se aleja en la espalda de un ser deforme. El Pegaso vuela de nuevo. Va tras esa cosa y tras lo que lleva en la espalda.
-RESCATE-
La doncella despierta. Se da cuenta de que algo la sostiene con fuerza. Trata de zafares de ea cosa. La Cosa la golpea. Lastima su cuerpo y ella grita de dolor. Siente calor en la cabeza y el el hombro. La sangre parece un río escarlata que atraviesa su vestido manchado, como una daga sobre su piel. De repente, siente un tirón fuerte y la gravedad la hace caer, no a ella, ella no cae, cae la Cosa y con ella, la doncella también se precipita en el suelo rocoso y enlodado.
-Calor-
El Pegaso se precipita sobre el monstruo. Este chilla cuando siente las patas fuertes y firmes del Pegaso sobre su cuerpo. Se escuchan huesos romperse bajo la piel negra del engendro y una llanto gutural y horrible sale de lo que parece ser una boca, aunque tiene mas forma de pico de gallo. La doncella rueda varios metros lejos. Se ve herida. Hay mucha sangre en su vestido y el velo que cubría su rostro eta rasgado y muestra lo que hay debajo: luz apagandose.
-Obscuridad-
El Pegaso tomó a la doncella. La colocó cobre su lomo y voló. La luna había salido ya y estaba casi sonriente. Era Luna Nueva.

-Brisa galáctica-

Pasaron seis lunas y muchos soles ante de que la doncella se recuperara. Su luz fue regresando poco a poco y su velo se volvió a coser. Estaba lista para ser entregada. Tras varios ciclos de haber sido raptada por las fuerzas de la obscuridad. Ahora, brillaba con un tenue halo que la hacia ver radiante. Estaba completa. Lista para ocupar su lugar.

El Pegaso la invitó a subirse a su lomo. Luego, corrió a la orilla de una playa, de noche, y voló hacia el cielo estrellado. Ambos disfrutaron del momento. Ella soñaba con formar parte del cielo, de reclamar su lugar en las estrella. Él era su guardian, su amigo y sentía felicidad en su alma, por que su doncella, su estrella por fin brillaría en el cielo, como estaba destinado a suceder.

-Luz Blanca, Plumas Negras-

La doncella se despidió de su guardián  el Caballo, el Pegaso, el de Plumas Negras. Con un beso en su frente y una caricia en su mejilla. Luego, ella saltó hacia el cielo. Su vestido blanco se fue volviendo polvo y su cuerpo comenzó a desintegrarse. Solo una chispa de luz volaba ahora y llegó hasta la cúpula obscura que vigila la tierra todas las noches y en ella se estrelló y se impregnó.

-Brilla, dama blanca-

Ahora, todas las tardes, la estrella aparece en el firmamento, antes que las demás y todas las mañanas, ella se ve de último, para poder ver y conversar un poco más con su amigo caballo. Aunque en realidad, él la cuida desde los cielos, pues sin que la doncella lo sepa, su amigo se convirtió en constelación y la protege desde el universo, de todo mal que la pueda lastimar.

-Estrellas, Constelaciones y Amistad Espacial-

☆-♘

martes, 1 de abril de 2014

Volátil.



Eres como el viento, vas de aquí para allá.
Como la brisa sobre el césped,
puedes ir de izquierda y luego cambiar a derecha.
A veces no te entiendo con precisión,
eres muy cambiante
como las hojas errantes
que van de Norte a Sur
o de Este a Oeste.

Arena del mar, que viene y va.
A veces no se por que te soporto,
tal vez sea que me agradas de verdad,
aunque tu inestabilidad me desespere,
en el fondo me agradas en realidad.

Mellizo de las galaxias,
deja de ser tan llorón como tu hermano,
y empieza a reír de las torpezas
de este tu amigo,
El Cazador de Estrellas.