Spotify

jueves, 3 de abril de 2014

Trazando Constelaciones.


Aquí estoy. No hay nadie a mi alrededor. Estoy solo, como siempre: nada más mi alma y la soledad.
A veces no entiendo el por qué de esa razón: vives entre humanos y te siente la única criatura viviente entre un montón de bultos sin rostro ni color.
Como si solo respiraras nitrógeno en lugar de oxigeno: se congelan tus pulmones y entonces vuelas.
Vuelas alto y te desprendes de tu cuerpo, de tu cárcel y eres libre.
Eres libre y estás solo.
Solo en el universo.

Y aquí estoy. Solo en medio de la nada.
Sin cuerpo, solo alma.
Soy luz y soy obscuridad al mismo tiempo.
Soy malo y a la vez soy bueno.
Soy veloz y lento a la vez.
Muero y vivo con cada bostezo, con cada respiro.
Muero cuando duermo.
Vivo cuando sueño.

Hay muchas chispas frente a mi, están dispersas por todos lados.
No tienen forma, es como ver cientos de diamantes tirados al azar.
Brillan, mucho en realidad.
Algunas son de colores curiosos: rojo, verde, azul, morado, dorado, plateado...
Y aunque todas se parecen, cada una tiene su brillo especial.

El universo es silencioso, eso es un punto a su favor,
pues puedo escuchar mi propia voz alejarse y alejarse y alejarse.
Y a mis pensamientos trinar en mi cabeza y retumbar en mis oídos
y escapar de mi mente, para formar ondas que se van expandiendo,
formando una ola gigantesca que recorre todo el cosmos.

El silencio es otro de mis amigos.
Él me entiende a la perfección.

Mientras, admiraba aquellos diamantes curiosos. 
Parecen joyas y son de verdad hermosas.
Tomé una en la palma de mi mano. Estaba fría.
Era azul.
Brilla mucho, hay un fuego interior que la alimenta, pero no la consume.

Y entre mi ensimismamiento, escucho un sonido.
Mi amigo el silencio se espanta y huye.
No le gustan los extraños, y escapa cuando uno aparece.
Una voz. Una voz femenina.

No lo noté antes, hay alguien a mi lado. Es una mujer. No me dice su nombre.
Se acerca y me habla en un idioma extraño,
se pega mucho a mi oído;
 y por ridículo que suene, le entiendo.
Me dice que una esas luces, que les de un sentido.
Que les dé un significado.

Me dice una palabra, una palabra en su idioma, la cual no conozco,
pero que si logro comprender muy bien: CONSTELACIÓN.
Las luces toman forma frente a mis ojos: son estrellas.
Y con las estrellas, puedes crear constelaciones.
Y eso me dispongo a hacer.

Las voy uniendo, las voy mezclando y en un lienzo negro,
constelaciones voy trazando.
Una, dos, tres, cuatro.
Diez, veinte, treinta, cuarenta.
Cien, doscientos, tres centenas, y cuatrocientos.

Las constelaciones se van formando.
Las estrellas se van uniendo.
Muevo una aquí.
Muevo otra allá.
Esta la dejo en su lugar, esta otra la separo,
aquella la alejo y esta ultima la uno a su gemela.

Ya tiene forma. Ya tiene significado.
Ya tienen un propósito y yo.
Yo ya no me siento tan solo, 
pues las contestaciones me hacen compañía.

☍ ♘ ☍

No hay comentarios:

Publicar un comentario