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sábado, 31 de mayo de 2014

La cucaracha suicida.


Menester sentimiento de algo que llene este caparazón hueco.


Ahí va aquel visitante nocturno, amo de lo oculto entre paredes y acueductos.
Ahí va, con sus ojos perdidos y su alma desbocada.
Es inmensa su agonía, criatura de rápida estadía,
su vida tiende de un hilo carmesí
y los demonios de su cabeza rellena
lo hacen desaparecer y no permanecer en si.
Va arrastrando su dignidad por los suelos,
sobre un colchón de pesar recuesta su cuerpo acorazado.
Se siente sola en este mundo desolado.
Las alas de su desesperado intento de escapar se despliegan tras su espalda,
la cucaracha quiere volar hacia el sol, 
su pesar la hipnotiza, como la luz cegadora del astro rey.
Se para es sus delgadas y peludas extremidades,
abre sus garras mugrosas al aire y su cuerpo salta hacia el rey de los cielos.
Como Ícaro de Grecia,
la cucaracha inició su vuelo decidida, era muy necia.
Ahí va volando la cucaracha suicida,
aquella que desea todo, menos tener vida.
Ahí va, chillando palabras desconocidas,
insecto nocturno de dudosa procedencia,
llegas a mi morada cuando permanezco en ausencia.
La cucaracha se quiere morir,
no cree tener nada por que vivir.
Siente pesas en su corazón de pus blanca
y su interior de viseras albinas
quieren explotar como cien mil minas.
La cucaracha se acerca a su muerte,
esta decidida.
Y bajo el sordo golpe de un zapato gigante,
ella queda bien aturdida.
Esta feliz, su alma diminuta empieza a salir de su cuerpo frágil,
esta contenta, su vida se a acabado bajo el estruendo de un objeto ágil.
Pero eso es efímero. 
Su sentimiento de paz es tan corto como lo son sus patas.
Ella vuelve a la vida y su pena vuelve con mas dolor.
¿Acaso es tan difícil morir?
¿Es ella inmune a el frío tacto de la parca encapuchada?
Se pregunta eso ella misma y se siente raramente rechazada
por la muerte despiadada.
La cucaracha salta y corre como loca sin saber por que,
se arrastra y vuela, vuela y lo hace rápido,
pero sin saber por que.
De pronto ve un hilo a lo lejos,
cuelga de un palo negro.
Un hilo blanco y debajo de el un diminuto banco.
Se aferra a esa oportunidad y ve en ella su muerte, sin dudar.
La cucaracha va hacia el hilo,
lo amarra a su cuello diminuto y tira de el,
se sube al banco blanco, y salta al vacío.

La cucaracha suicida, se a quitado la vida.

jueves, 29 de mayo de 2014

¿Por qué me siento así?



Veo atardeceres caer bajo el fuego abrazador de un sol que consume todo.
Veo noches interminables, con estrellas infinitas y una luna inmensa gobernando los cielos.
Los amaneceres me queman cuando el sol saluda con su ojo único en el horizonte.
Relatos de antaño dicen que vivimos dentro del ojo azul de un gran cíclope.
Ayer me desperté a mitad de un sueño y gritaba como un loco.
Hoy escucho la música de un hombre que no conozco, pero aún así, su música es hermosa.
En las praderas de países distantes, lugares que visité hace tiempo, los niños corren.
Mis sentimientos rebotan bajo mi pecho como queriendo escapar. Duelen.
Ahora no se que estoy diciendo, tal vez solo me dejo llevar.
Mediados de verano y la lluvia cae frente a mi ventana.
El árbol verde y frondoso del patio llora.
La tierra se nutre y las aves en los cielos juguetean con el agua.
¿Por qué me siento así?

....

miércoles, 28 de mayo de 2014

Ocasiones como estás.



Hay momentos como este, en los que no quiero ni espero nada.
Solo existo, por así decirlo.

Soy un ser receptivo y podrías estar a mil millas de mi presencia,
pero si por tu voz o por tus letras me demuestras temor o tristeza,
mi ser los absorbe como las esponjas al agua,
y mi semblante se vuelve igualmente gris y opaco.

Hay momentos como este, en los que simplemente no quiero nada.
No deseo hacer nada y tampoco dar algo.

Permanezco en un estado congelado y voy por el mar como un témpano gigante.

Mi energía se aplaca y de repente me siento débil y desarmado.
Mi armadura plateada se quebranta y me deja expuesto.
Soy un blanco fácil para la melancolía y la dejadez.

No podría llamarla depresión, por que no estoy deprimido...

Es simplemente el reflejo de lo que sientes.


Carlos Duarte.

El tic en tu sonrisa.



¿Qué me has hecho, mujer misteriosa?
¿Por qué con solo verte me siento feliz otra vez?
¿Es acaso ese tic en tu sonrisa?
Si, ese tic que se refleja como una sonrisa fugaz,
rápida y brillante,
veloz como una estrella fugaz,
con destellos de diamante.

Me miran tus ojos ahumados tras una cortina de luz plateada
y tus pestañas bañadas y con color rodeadas
las que me atrapan en un fuego que me abraza
y me hace estallar como carbón en brazas.

¿Qué me hace tu sonrisa veloz?
Es muy hermoso verla aparecer
y al mismo tiempo desaparecer,
rápida y suave como tu hermosa voz.

El tic en tu sonrisa,
bello reflejo incontrolado
como tu cabello alborotado,
que me hace sentir una fresca brisa
en mi piel en llamas,
cada vez que tu me tocas
o cada vez que tu me clamas,
o cada vez que me besas,
bajo un techo con estrellas
y una bóveda con galaxias,
tu tic reaparece en tu sonrisa:
sonrisa que me hace sentir una fresca brisa.

Estrella, mi adorada Estrella...

Jägare Stjärnor.

domingo, 25 de mayo de 2014

Valkoinen Unelmia: Corazón estelar

Valkoinen Unelmia: Corazón estelar: Estoy enamorada de un corazón estelar, no sé que me atrapo, quizás su manera de amar. Entre nubes cósmicas y planetas desconocidos...



Palabras de mi Estrella amada...

viernes, 23 de mayo de 2014

La luna, un bote y el mar.


El cielo estaba gris cuando zarpé aquella tarde.
Anunciaba una noche nublada y tempestuosa.
El mar estaba agitado y las olas golpeaban el casco de mi barcaza.
Mi amigo el capitán se había perdido en un sueño.
No pude esperar por el, pues desconocía donde se encontraba,
y contra mi propia voluntad, me adentre a las fieras aguas del mar
y comencé a navegar.

El viento golpeaba contra las velas y el mástil parecía querer ceder ante su fuerza,
el timón se retorcía bajo mis dedos 
y una lucha desenfrenada contra la naturaleza y mi fuerza
se estaba dando en silencio.

No soy marinero, apenas sobreviví a tal enfrentamiento
y mi amigo el capitán, el navegante aventurero,
simplemente no estaba para animarme. 

Es curioso ese sentimiento de vacío que se siente a veces,
cuando parece que algo falta en tu entorno.
Es como si pensaras que aquello que te falta esta ahí,
a tu lado o en donde debiera estar,
pero al mirar en la dirección que tu mente te indica,
ves la realidad y aquello que deseabas estuviera ahí,
simplemente es un recuerdo abstracto.
Una mala jugada de la mente y del destino.

La tarde se fue como un susurro violeta y rojo tras el velo gris
y el fuerte viento arrastró consigo las nubes tristes.
El cielo quedó despejado y la noche se presentó con su manto negro.
La luna brillaba como un ojo frío y blanco en el cielo
y me observaba sin cesar.
Me seguía en mi travesía hacia la tierra de los secretos.

Pero dentro de mi anhelo por alcanzar las playas de la verdad,
el recuerdo de mi amigo y compañero de aventuras regresó.
La realidad de todo esto, es que nunca supe con exactitud cual fue el motivo de su partida.
Muchas veces creí que fue una ofensa a su persona,
pero lo negó.
Otras veces creí que era por falta de tiempo,
pero tampoco me lo rectificó.

El tiempo es relativo...

Pero en la distancia divise algo que me hizo olvidar mi pena:
una chispa blanca como una perla y brillando como un diamante,
se alzaba sobre los cielos.
ERA HERMOSO.
Aquella luz distante me llamaba y yo me sentía atraído hacia ella.
Cuando la alcancé, me sentí reconfortado.
Mi viaje ya no sería tan solitario, pues aquella luz,
aquella estrella me acompañaría en esta travesía.

Pero aún así. 
Aún sabiendo que ella estaría a mi lado de muchas formas,
el recuerdo de mi amigo me ensombrecía el semblante,
y una nube de tristeza me opacaba la mirada.
Salinas gotas recorrían mis mejillas en ocasiones
o recuerdos de antaño me hacían reír.
Las emociones eran tantas y tan variadas,
pero siempre prevalecían aquellos recuerdos latentes
y una tristeza desolada los acompañaba como el frío al invierno.

Mi viaje aún continua, 
voy navegando un mar de ilusiones en un bote de deseos
y la luna de una noche estrellada, me ilumina el sendero.
Mi estrella amada me acompaña en este viaje,
mientras en algún lugar lejano o tal vez cercano,
se encuentra mi amigo el navegante.
Solo espero poder verlo dibujado en las estrellas un día,
en la constelación de los peces
o en Camelopardalis,
sonriente y feliz.

Perversión.


Acaricio con suavidad la sensación de calor dentro de mi ser,
es dulce y agradable al tacto.
Bajo mi piel pinchan miles de agujas finas y afiladas.
Mi piel parece estar borboteando con miles de burbujas diminutas.
Hiervo bajo la capa fina que me rodea los huesos y la carne.
Mi sangre mana de mi corazón con fuerza y velocidad.
Corre por mis venas y mi carne se inunda de ella.
Mis músculos se hinchan cada vez mas.
Mi parte favorita... esta creciendo.
Crece y se endurece.
La habitación huele a canela y a manzanas.
Hay un candelabro negro sobre un mueble frente a la cama.
El mueble es de ébano y por lo tanto, es igualmente negro.
Bajo este hay un banco tapizado en terciopelo plateado.
En la cama me espera una dama:
cabello negro y rebelde,
ojos de un profundo cafe rojizo, como la lava de un volcán,
piel ámbar y delicada como seda de Damasco,
su voz es viento catando en mis oídos,
su aliento es vapor abriendo mis poros,
néctar emana de su boca y placer con ella me provoca...
La cama esta bañada de luz tenue y el mar de seda negra que lo abraza,
brilla.
En las cuatro esquinas de la cama, hay cuatro postes barnizados.
El negro prevalece en la habitación.
Negro y plateado.
Ella me observa. 
Sus labios rojos y carnosos me llaman.
Muerden algo en mi interior con fuerza y una nueva sensación nace:
siento deseo, un deseo que me quema.
La admiro y bajo la luz pobre, ella brilla.
Su rostro se esconde tras un antifaz del color de las estrellas,
sus manos se levantan como si me ofreciera algo en ellas,
y me sonríe al hacerlo.
Sus ojos me piden hacer algo con ellas.
No hay palabras en el aire, solo miradas.
Miradas que están ardiendo y calentando todo cada vez más.
En mis manos cuelgan un par de esposas de metal.
El metal refleja el brillo de las velas y las llamas diminutas bailan sobre su cromado.
Hace una mueca de dolor al sentir la presión del metal sobre su fina piel.
Pero esa mueca se convierte en pervertida sonrisa al soltar sus muñecas.
Doy un paso hacia atrás y la admiro.
Admiro la perfección de su cuerpo,
la firmeza en sus dotes,
el seductor detalle de las medias en sus piernas,
la bien trabajada manufactura en los detalles de su antifaz,
los destellos brillantes en las fibras de su cabellos,
la pintura roja que cubre sus labios...
Ella se acuesta y su cuerpo se estira sobre la seda.
Estoy más duro ahora y mi cuerpo solo demanda una cosa:
tomarla.
Y lo anhelo.
Lo deseo.
Lo quiero hacer.
Y después de retener tanto calor en mi, lo hago.
Con un dócil ademan y con una fluidez como la del agua,
mis pantalones descienden a un viaje por el sur.
La torre que ellos aprisionaban se muestra erguida y solida.
Mi dama me espera, aprisionada sobre la cama y deseando,
deseando-me.
La tomo de la cintura.
Esta sometida a mi.
Mis labios van recorriendo su cuerpo y van dejando besos húmedos.
Mis manos juegan en su piel, en sus firmes curvas y en su centro de placer...
Ella respira rápido y cortado y mis dedos invaden su boca.
Mis labios los suplantan y mi lengua se abraza con la suya.
La tomo del cabello y dejo ver su cuello.
Le susurro al oído: eres mía.
Zvezda...
E inicio mi recorrido de besos por su piel, de norte a sur.
Y es ahí, en el sur, donde todo explota.
Mis labios, mi lengua, mis dedos y la torre que aguarda por ser reclamada,
están turnando sus pases para ser entregados.
Ella me recibe de todas las formas.
Tomo sus manos esposadas y con un cinturon,
la ato a la cabecera de tubos de la cama.
Esta a mi merced.
La tomo de las caderas.
De la cintura.
Trepo sus montañas y recorro sus caminos.
Descubro los manantiales de sus entrañas.
Acaricio el cielo bajo su piel.
Golpeo con mis manos sus glúteos como si fueran tambores.
Creo una sinfonía de sonidos con el contacto de nuestros cuerpos.
Retuerzo el metal de su armadura y la destrozo.
Su armadura de quiebra como la cascara de un huevo.
La hago añicos y ella explota en mil pedazos bajo mi cuerpo,
y tan pronto como se desintegra, se vuelve a unir.
Y una danza exuberante y deliciosa nos rodea.
Bailamos al ritmo del vaivén.
Un vaivén enérgico y rudo.
Duro.
Supernova que me abraza, la abraza a ella y nos incendia.
Nos fulmina y nos hace gritar y volvernos cenizas.
Y como aves fénix, renacemos del polvo de nuestro placer.
Ella me observa tras el antifaz.
Yo la admiro mientras mi frente empapada derrama gotas gruesas de sudor.
El aire es pesado y el aroma a canela y manzanas casi se pierde.
Las velas se han consumido y solo hay un charco cristalino de parafina bajo el candelabro.
Poco a poco se va volviendo blanco como la luna.
Las sabanas de seda negra, ahora son un mar destrozado y comprimido bajo nosotros.
Ella me observa de nuevo.
Yo la tomo de sus manos y la libero de su castigo.
Un beso suave y cálido alberga mis labios en los suyos.
Mis manos y mis brazos buscan su cuerpo.
Sus manos me guían a través de su cintura.
Mis palmas se acoplan en sus senos.
Y mis caderas y entrepierna encajan bajo su espalda.
El cielo comienza a aclarar.
La noche concluye y la hora oscura empieza a decir adiós.
Mi dama me pide que duerma con ella.
Y bajo el sueño de Morfeo,
ambos viajamos a la tierra de fantasía de los dioses.
En ella somos seres divinos:
mi dama es una Estrella.
Y yo soy su Cazador.

Carlos Duarte.

jueves, 22 de mayo de 2014

¿A dónde vas ángel misterioso?


Esta bien, lo admito: no soy del todo puro.
Tal vez mantenga la luz, la chispa dentro de mi alma,
pero es natural que incluso resguarde algo de oscuridad.
El decir que soy del todo blanco y sin mancha,
sería una gran mentira y no tendría justificación
a tal afirmación.

El ángel misterioso, mi lado menos conocido,
revolotea como polilla nocturna dentro de mi mente.
No, no es malo. Tampoco es alguien del todo blanco.
Es más bien gris, por que tampoco es negro.
Es aquella parte de mi que hace lo que mi mundana naturaleza demanda,
es aquella parte de mi que viaja y se deja llevar.

No tiene prejuicios. Tampoco tiene incertidumbres.
Sabe lo que es y por que así él es.

A diferencia de mi ángel dorado, el cual me conoce aún mejor,
mi ángel misterioso es un susurro de mi propio trasfondo.

Vive en mi y yo vivo con él.

¿A dónde vas hoy, ángel misterioso?
Trata de escapar, tal ves me quiere dejar.
Tal ves no. No lo se.
¿A dónde se dirige?
Vuela alto y luego cae en picada.
Me toma de la barbilla, me mira con sus ojos blancos,
sonríe y su sonrisa es del color del humo.
Me toca y su tacto es gélido.
Heladas son sus manos.
Sus alas son un par de enormes formas con plumas moteadas.
Transmiten hielo en el aire y calor a la vez.

Mi ángel misterioso viaja en la noche y regresa en el día.

Ahí va, traspasando los cielos,
encontrándose con mi ángel dorado.

Ambos son la dualidad de mi alma.

Carlos Duarte.

jueves, 15 de mayo de 2014

Jovial estrella plateada.



Alegre lucero que brillas en el cielo,
ven, baja un momento y juega conmigo.
Feliz estrella que surcas las alturas,
deja de sonreír, que me solo me enamoro más de tu hermosura.
Luz que alumbras la oscuridad,
alegre vas de aquí para allá
como si sostuvieras cuerdas en tus manos brillantes
y de las cuerdas colgaran pequeños y gigantes diamantes,
me envuelves y me tomas de las manos,
me elevas y en cielo ambos volamos.
Y me sonríes ¡ay como me sonríes!
Con esa inocencia que se convierte luego en picardía,
con esos ojos grandes y negros y tus pestañas largas y curvas,
y tu cabello desenredado y rebelde,
me gusta acariciarlo y también tocarlo.
Y tus labios rojos amaranto, los cuales me dejas besar
para clamar tu llanto.

Jovial estrella plateada,
escapa conmigo de noche o de día,
sin miedo y con valentía
y vivamos en el universo,
también leamos de una caja de cereal el reverso,
y escapemos de la realidad,
para alcanzas la inmortalidad.

martes, 13 de mayo de 2014

Cien amaneceres negros.



Cien amaneceres negros, desdicha de mi desesperación
en el horizonte veo despedir la última mirada del sol.
Hay copos en mi cabello y cenizas caen del cielo.
Hay agua en mis zapatos y tierra entre mis dedos.

Cien amaneceres obscuros, como plumaje de cuervo
acariciando con delicadeza la capa invisible de mi alma.
Tiñendo con su tinta el color de mi corazón,
sosegando con su viento la tribulación de mi agitación.

Cien amaneceres grises, secos, helados...
los témpanos van y vienen a su antojo sobre este mar desolado,
en las riveras de la soledad descansa una dama,
blanca como la nieve, de labios rojos como la grana.

Ella duerme y duerme y duerme y dormirá.

Cien amaneceres en las estrellas, bajo la luz plateada de la luna
con las nubes de testigo y el cielo de juez.
El sol caliente en otra parte, lejos, pero no aquí.
Estoy tirado sobre una campo de césped blanco y el frío me quiebra los huesos.

Cien amaneces de luz, una luz blanca que me hipnotiza.
Hay luciérnagas en el aire, sus luces titilan a lo lejos,
estoy ahora en un barco, navegando hacia lo desconocido.
El capitán de este barco no está, se ha perdido.

Cien amaneceres de vida y con ella viene un respiro.
Cálido, dulce, tibio...

Cien amaneces y dos lunas con las cuales juego al anochecer.
Las lunas corren a mi alrededor, ellas ríen mientras me rodean,
sus cabellos plateados ondean en un aire pasmado y quieto.
Llevan listones negros que contrastan con las trenzas en sus cabezas.

Cien amaneceres y mil cuerpos, los cuales yacen bajo tumbas
en un mar de paz y tranquilidad.
Un mar que un día me abrazará y me hundirá hasta sus profundidades.

Cien amaneceres negros que vivo y he de vivir.
Cien maneras distintas de sentir.
Cien días, meses, años, décadas, siglos...
Un milenio que la eternidad misma guarda bajo su brazo,
cien amaneces negros, que aguardan por...

sábado, 3 de mayo de 2014

Algo certero.



Algo certero, es que no conozco el destino.
No se como moriré, tampoco se donde estaré mañana.
Algo certero, es que nada es eterno.
Las cosas y las vidas tienen un ciclo: un inicio y un final.
Algo certero, es que no siempre tendrás a quienes tienes ahora.
Llegará el momento en que la vida los separará de tu lado y tal vez nuevas almas lleguen a ti.
Algo certero, es que si bien no terminas solo en este mundo, alguien terminará a tu lado,
y si es así  entonces considerate afortunado.  
Algo certero es la incertidumbre.
Esa sensación de no saber lo que viene siempre vive en ti. 
Algo certero, es la vida misma.
La vida tiene vaivenes muy marcados, no te fíes siempre de ella.
Algo certero, es el amor.
El amor en todas sus formas, de una u otra manera llegara y no siempre como deseamos.
El amor es un misterio, solo mantenlo presente...
Algo certero, es la muerte.
La muerte de vida y la muerte en el alma; alguna de ellas llegara primero.
Algo certero, es la creación.
El mundo que nos rodea fue creado para nosotros y para quienes lo habitan,
aunque un día ese privilegio será erradicado por siempre para algunos.
Algo certero, es que tu, quien quiera que seas, estas leyendo esto y tal vez pienses:
este tipo debe ser un demente o debe tener problemas,
tal vez sea un depresivo o solo hable por hablar,
lo más seguro es que ni el sepa lo que dice...

Yo tengo la certeza de que, aun siendo solo dos, me comprenderás,
tal vez me entenderás.
Vivo en este mundo incierto y la una certeza que tengo de el,
es que, al menos hasta hoy, sigo vivo.

El Cuervo.


Mis brazos pesan bajo la sombra de la noche.
Hay música en el aire.
En el cielo brillan las estrellas.
Estoy parado a la orilla de un lago.
Las montañas me rodean.
Hay fango en mis pies y la tierra huele húmeda.
El viento susurra en mis oídos y me canta.
Me duele el cuerpo, duele y quema...
Mis músculos se contraen.
Mi cuerpo se tensa.
Algo pide salir de mi cuerpo, pide salir de mi alma.
La luna me observa, escucha mi clamor.
Un grito de desesperación escapa de mi garganta.
Me estoy transformando.
Mi cuerpo arde como mil brazas en la hoguera.
Se quema y calienta el aire que me rodea.
El agua me llama, me pide abrazarla.
Entro en ella, poco a poco.
Mis manos están cambiando.
Mis dedos se transforman: de carne a plumas.
Plumas negras que me cubren como el agua misma.
La plumas se sienten como agujas que escapan de mi carne.
Duelen, rasgan mi cuerpo.
Voy cambiando.
Mis ojos se vuelven rojos, rojos como sangre.
Mi boca es un caparazón.
Mi voz es un graznido.
Y de un instante a otro, escapo de las aguas heladas y vuelo alto.
Llego hasta donde las estrellas me llaman y la luna me sonríe.
El cielo me recibe con sus brazos abiertos.
Las nubes son mi cama; mi nido.
Y la tierra me mira. Mi reflejo se pinta en el lago.
Estoy volando alto.
En un Cuervo me he convertido.