Hay momentos como este, en los que no quiero ni espero nada.
Solo existo, por así decirlo.
Soy un ser receptivo y podrías estar a mil millas de mi presencia,
pero si por tu voz o por tus letras me demuestras temor o tristeza,
mi ser los absorbe como las esponjas al agua,
y mi semblante se vuelve igualmente gris y opaco.
Hay momentos como este, en los que simplemente no quiero nada.
No deseo hacer nada y tampoco dar algo.
Permanezco en un estado congelado y voy por el mar como un témpano gigante.
Mi energía se aplaca y de repente me siento débil y desarmado.
Mi armadura plateada se quebranta y me deja expuesto.
Soy un blanco fácil para la melancolía y la dejadez.
No podría llamarla depresión, por que no estoy deprimido...
Es simplemente el reflejo de lo que sientes.
Carlos Duarte.
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