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lunes, 11 de noviembre de 2013

Un barco hacia el abismo.



Ahí va flotando, sobre estrellas y galaxias,
entre mares estelares, entre mundos, entre lunas,
entre nubes y sistemas solares.

Ahí va, un barco del espacio, una nave de madera:
flota entre la nada, de un lado a otro.
De aquí hacia allá, como una cuna.

Su rumbo: indefinido.
Persigue a los cometas, a los planetas.
A las estrellas fugaces.
A Cazadores Estelares.

Su capitán guarda en secreto su destino.

Se han escuchado rumores, algunos dicen,
otros cuentan. Todos comentan.
Dicen que el capitán se ha enamorado,
que su corazón ha sido atrapado.

Dicen que fue una doncella de piel canela,
una dama de piel  bronceada, como las sirenas
en el mar: aceituna y brillante es su piel.

Dicen que ella ha logrado capturar de sus ojos el brillo,
su alma tras su oscuras ventanas de cristal,
sus secretos escondidos tras una puerta de metal.

Dicen que ese Navegante, aquel capitán de aquel
barco espacial, no tiene un rumbo fijo.

Dicen que su bella amante, su sirena deslumbrante,
lo acompaña en este camino.

También dicen, muchos rumores se hablan en el universo,
que su mitad, su incondicional contraparte,
se haya perdida en el cosmos. 
Corriendo tras las estrellas,
tal vez jugando con algún comenta...

Los rumores vuelan en el vacío,
en el universo infinito, 
como cometas de papel mantenidos por el aire,
libres, sin cadenas...

El barco del Navegante, viaja sin rumbo,
hacia el vacío se dirige.

Hacia el abismo se encamina...

Libre como estrella.


lundërtar.

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