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martes, 31 de marzo de 2015

El diario de un don nadie: Cap. 1


Martes, Agosto 23.
Es simple describir la vida desde el punto de vista ajeno. O criticar la vida de los demás, para ser mas precisos. Muchas veces, la gente solo te ve y tu no sabes si miles de pensamientos se generan en sus cabezas huecas o simplemente imaginan música de todo tipo, menos la que tu escuchas. Eso me pasa muy amenudo.
Hoy el día no fue diferente a los demás. Caminaba hacía el colegio y me topé con el mismo señalamiento en la esquina de la cuadra, lleno de grafitis y calcomanias con figuras que no lograba entender por completo. Crucé al menos veinte calles y tres venidas en mi travesía hacia ese templo del conocimineto, donde el más debil es sarandeado como una franela para fregar pisos. Vestí la misma chaqueta verde con gris que tanto me gusta y usé los mismo jeans que usaba hace dos días. Como dije, fue un día como los demás.
En el camino me encontré con Sussana, quién me miraba siempre con cierto asco. Iba con su novio fortachon, y capitán del equipo de Americano "Sharks". Estaba por llegar a la entrada principal de la preparatoría y a comenzar un día más, viendo practicar a las animadoras (el mejor momento de mi día) y soportar al profesor Dills en su famosa clase de física. Aunque me aburría como nada en esta vida, su brillante cabeza calva era una de mis principales fuentes de inspiración para crear diversos sobrenombres que le quedaban como anillo al dedo.
Bueno, como te iba diciendo, Sussana me vió con cierto asco (algo normal en ella) y Trevor, el giganton de décimo, me gruñia algo que ignore por completo. Es que, bueno, Sussana es muy bella y es casi inevitable no mirarla: cintura perfecta, rostro hermoso y sonrisa tentadora. Y aunque mirase a todo el mundo como si fueran cucarachas, a mi me daba igual si le era semejante a una cochinilla o a una mantis religiosa, en todo caso, me aplastaría de todas formas. Pero verla a ella, era un deleite para los ojos.
Pasé de largo y voltee la mirada casi tan rápido como noté el piercing de joyería falsa rosada que llevaba en el ombligo (esperen... ¡eso no está permitido en los estudiantes!) y Trevor, recostado en su motocicleta deportiva, la besaba como si fuese a succionale la garganta.
La campana sonó y todos los estudiantes: los nerds de la mesa roja bajo el árbol, los frikkis de mochilas de anime y playeras con estampados de anime, los góticos que siempre estaban recostados en el mismo muro gris del fondo del jardín, las animadoras bañadas en maquillaje y perfumes caros, los juga-nimales de chamarras rojas y azules (siempre llevaban un bndito balón de futball americano en la mano) y algunos mas insignificantes como yo, entramos por la única puerta al instituto. Esa era l hora de la batalla-por-no-morir-aplastado-en-una-orda-de-vacas-sin-rienda (lo se, es un nombre bastante largo).
La primera clase fue literatura, y en realidad, es la única por la cual asisto a la preparatoria. La imparte uno de mis profesores favoritos (y no es por el hecho de que sea de litaratura, en realidad, el señor Lewis es una persona divertida) y los temas son siempre interesantes. Hoy comenzamos Moby-Dick.
Las siguientes clases no fueron nada novedoso. Solo mucho de esto y de aquello, y poco de esto y de aquello, y nada de esto o aquello. Generales y aburridas, como una rebanada de pastel sin betún. O lo fueron hasta llegar a la clase de Biología.
Por lo regular, simpre me siento con el que se queda sin pareja o con Sammy. No es que Sammy me paresca desagradable, pero es de cierta forma... bueno, en realidad si es desagradabe. Nunca nadie se siente junto a él y las pocas veces que me asignan una pareja que no sea él, entiendo el sufrimiento ajeno. Sammy es un chico escualido, de cabello cenizo y con una constelación de espinillas y barros en toda la cara. Su rostro siempre brilla como un foco de luz intensa y su aliento tiene siempre un peculiar olor a comida con mucha cebolla. Es el chico mas solitario de la escuela y luego estoy yo, el desadaptado anti-social que evita el contacto con terceros, a menos que no sea muy necesario.
Pero lo especial de este día, fue precisamente Sammy. Somos los dos últimos en la lista de la clase de Biología, y cuando estamos en pareja el siempre hace todo y solo se limita a decir: solo dame espacio para realizar nuestro trabajo. No me estorbes demasiado y no te haré trabajar. Naturalmente, la primera vez que me dijo esto, me opuse, puse deseaba ayudar. Pero Sammy me lanzó una mirada tan intensa, que preferí sentarme y leer El Hobbit mientras el termaba de disecar una rana.
Esta vez teníamos que encontrar la mitrocondía de una célula de cebolla en el microscopio. Mientras el profesor daba las indicaciones, yo dibujaba varios espirales en una hoja tapizada de rayones y letras sin sentido en mi cuaderno. Y fue entonces que Sammy me dirigió la palabra.
- Esos espirales me recuerdan a los intentos de hipnotizar personas en los circos.
- ¿Qué?
Si, eso dije "¿qué?", bueno, no me culpes. Sammy es una persona bastante alejada de todos y de todo. El hecho de que me hablara sin una razón aparente, era como si tu gato comenzará a ladrar de la nada.
- He dicho que los espirales que dibujas son como los de las maquinas que usan en los circos. Los que dicen hipnotizar  las personas, ¿los haz visto antes, verdad?
- Si, los he visto.
- Mmm, bueno, a mi me parecen algo fabuloso. 
- Este... pues, si. Lo son.
No sabía que mas decir. No me mal interpretes, no es que el me paresca una mala persona, de hecho no lo conozco como para decir que lo es, pero fue muy extraño ese momento.
Continumos con la clase. El profesor Chadman, quien ya iba aterrizando toda la teoría sobre la mitocondría y las partes de las células que veríamos en el microscopio en unos momentos.
- Ahora, todos pongan la lamina bajo la lente del microscopio y dibujen lo que aprecien. Igual tienen que llenar el formulario que les pasé la clase anterior y contestar las preguntas.
Comenzamos a realizar el ejercicio, pero esta vez Sam no habló. Permaneció callado y anotando muchas cosas en sus hojas de apuntes. Yo hacía practicamente lo mismo: esperaba a que él dejara el microsopio y luego observaba a través de él las células de la cebolla.
- Tienen una forma muy particular estas células... son como el panal de una abeja.
- O como los paneles de una nave espacial, ¿haz visto la pelicula Chicken Little?
- ¡OOOOOOH! ¡PERO CLARO! Claro que la he visto, y si tienes razón, es un trozo de cielo... ¡EL CIELO SE CAE!
Sammy hablo fuerte, casí gritó y todos nos voltearon a ver. Incluso Chadman nos dirigió una mirada extraña y amenazadora por causa del mini grito de Sam.
- Lo sentimos, me emocioné al ver las células de cebollas.
El silencio reino por al menos tres segundos y luego todos reventaron en una carcajada casi inhumana.
- ¡Silencio jovenes! ¡Ya silencio, basta! Continuen con sus trabajos y ustedes señores Wenger y Berrend, dirijanse a la prefectura. Entreguenme lo que llevan del trabajo y retirense de la clase, por favor.
Esa orden nos tomó por sorpresa  ambos. Mas a mi, pues no tenía nada que ver en el arrebato de emoción de Sammy, pero eramos equipo y lo que uno hacía afectaba al otro. Y de todas formas, el señor Chadman era tan aburrido como un trozo de esponja y ya habíamos termiando las hojas de ejercicios.
Estuvimos el resto del día de clases sentados afuera de la oficina de prefectura, esperando a que Ginger, una señora muy gorda y muy alta, llegara a por lo menos darnos dos horas de detención después de clases. Pero nunca se apareció y mientras tanto, Sam y yo platicamos horas y horas de diversas cosas y de temas no muy populares, como el hecho de que Bilbo Bolson y Dori el enano, nunca se ponían de acuerdo para permanecer juntos mientras los trasgos y los wargos los perseguían.
Este día conocí a una de las personas mas peculiares y mas geniales en mi tiempo en la preparatoria.

viernes, 20 de marzo de 2015

Hojas de otoño



El viento habla en un susurro que adormece,
hay tintes de canela y manzana en el aire.
Las luces del cielo brillan tenues en el crepúsculo,
y bajo un faro viejo, compartimos un delicado y largo ósculo.
¿Cómo no amarte en esta temporada?
Me encantas con tu inocente mirada.
¿Acaso fue el destino quien te trajo a mi o fue la vida quien me llevó a ti?
Sea cual sea la conclusión,
estoy seguro que Eros y Afrodita sabrán que no fue por simple confusión.

¿Cómo no desear tenerte el resto de la eternidad?
Si con cada suspirar, me haces salir de esta realidad.
Me derrites con tus caricias y me envuelven en llamas tus dulces palabras.

Tan cálida, tan tierna y delicada.
¿Hay acaso mayor hechizo que este? ¿El de hacerme caer rendido ante ti?
Como un loco, enamorado. Hechizado por la fantasía que existe en ti.
Otoño revela los secretos del mundo oculto,
y en sus lunas podemos ver a las hadas ir y venir,
a los duendes correr, pues suelen de los bosques salir.

Otoño, dulce y cálido otoño,
llevas en tus hojas mi pasión,
llevas en el aire mi emoción.
Hojas dulce, hojas secas,
rojos ardidos y naranjas mórbidos,
llevan en sus hojas muertas,
la historia de nuestro amor.

Otoño bendito, otoño mágico,
no te olvides de nuestra historia.
Que perdure por lo siglos,
en las hojas tibias de otoño,
que perdure por los siglos.


Carlos Duarte