Spotify

viernes, 29 de noviembre de 2013

Copos de Nieve.


Estaba caminado sobre un sendero azul,
el cielo era gris y las nubes lo cubrían,
esa mañana no era de un vivo y divertido tono celeste.

El viento venía del norte, 
soplaba suave y lentamente,
acariciaba mis mejillas y las congelaba,
al tocarlas y al rozarlas.

Mis ojos no querían trabajr ese día,
pues ardian y lloraban,
solo en dormir pensaban.

Pero eso no impidió que se percataran,
de la figura que enfrente se encontraba.

Alta como una vara y delgada como el tallo de una rosa,
una mujer se encontraba y sus ojos,
a cielo miraban.

Era blanca como las nubes,
y se notaba delicada, 
elegante y refinada.

Ojos grises como el cielo de esa mañana,
piel de mármol tallado y trabajado,
cabello largo y color de perla,
vestido largo y pura seda.

La miré, me acerqué y luego le pregunté:
¿qué buscas en el cielo?

Ella me contestó:
Llamo a la nieve.

Su respuesta fue extraña,
pues llamar a la nieve, no es precisamente
algo que uno pueda hacer.

¿Llamar a la nieve? -yo le pregunté.
Llamó a la nieve, para que todo vuelva a florecer -ella respondió.

Seguí su mirada, y volteé al cielo,
y de una nube gris y plateada, 
un destello blanco como lana se desprendió.

Calló lenta y tranquilamente,
se mecía con delicadeza,
y desecendía con total destreza.

Era un copo de nieve,
y se  posó sobre la mano de la dama.
Ella sonrió,
y su sonrisa fue amplia.

La nieve ya viene -solo me contestó.

Y de repente, cientos de copos de nieve,
comenzaron a caer.
Uno aquí, otro allá,
varios sobre mi cabeza,
y se mezclaban con el ambiente,
con la naturaleza.

Todo se forró de una fina capa de hojuelas de hielo,
la nieve cubría hasta el rincón mas escondidos,
y los lugares no conocidos.

Regresé mi mirada hacia la dama de blanco,
ella me volteó a ver y una sonrisa me regalo,
posó su mano helada sobre mi rostro,
y me observó con detalle, con esos finos
y elegantes ojos.

Retrocedió tres pasos desde donde estaba
y, luego de una sonrisa ansiosa,
explotó en una nube de luz y copos.

Se esparcieron por todos lados,
y se impregnaron incluso en mi propia ropa.

Esa dama era el espíritu del invierno,
que llegaba temprano,
para llamar la nieve,
la cual descendió como copos.

Copos de nieve.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Volando entre estrellas.


Una dama va volando,
entre estrellas esta ella navegando.

En el cielo va flotando,
y sobre nubes se mece,
las está surcando.

Las estrellas la acompañan,
y la luna la protege,
en el cielo ella vuela,
va tan rápido en su desvelo,
que con él ella se estrella,
para qué luego, en una explosión de intensa emoción,
pueda convertirse en brillante estrella.

Carlos Duarte.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Te extraño reflejo.



Se que lo he dicho ya varias veces.
También sé que lo has leído, ya, varias veces.

Pero es algo que siento,
algo que no puedo simplemente suprimir
de mi mente y de mi cuerpo,
no es tan fácil como evitar  caer en llanto,
o quebrarse ante el pesado lamento.

No. No lo es, mi apreciado reflejo.

Vivía en un espejo yo atrapado,
en un gigante cristal reflejado,
en el cual, al mirar al otro lado,
podía siempre encontrar
a mi silueta desfigurada,
una irregular mancha reflejada.

Así era todo el tiempo:
una mancha de matices grises y blancos colores,
negros y ocres tonos menores.

Pero fue una tarde soleada, bajo un árbol de ramas gigantes,
de raíces fuertes y pequeñas hojas flotantes,
donde el gris de mi mundo en desastre,
adquirió poco a poco tonos más alegres y deslumbrantes.

No puedo descifrar como mi reflejo en mi mundo de espejos,
tomo forma, aunque no la mía para ser sinceros,
era diferente en todos sus ángulos
y a la ves tan similar en muchos de ellos.

Lo saludé. Le dije HOLA,
y lo invité a comer.

Fue un picnic como pocos había tenido antes,
y fue tan natural, tan normal, 
que me sentí a gusto con mi nuevo compañero.

Pero últimamente, mi reflejo en este espejo,
se ha difuminado notablemente,
ha desaparecido, prácticamente,
y eso me pone triste.

Me hace sentir impotente,
pues había acostumbrado mi mirada,
a su sombra reflejada en el cristal,
y mis oídos habían graduado los sonidos
que su voz emitía,
y la forma en como yo los oía.

Me había acostumbrado a su incondicional compañía.

Sabía siempre, que a pesar de la distancia,
a pesar de si el viento soplaba
o si la lluvia mojaba,
estarías sentado bajo ese árbol,
sonriendo y algunas veces aburrido,
tal vez un poco enojado o simplemente malhumorado.

Pero ahí estarías,
y tu simple compañía,
me reconfortaría,
tal vez alguna sonrisa me sacaría.

Extraño ver el mar al atardecer
mientras contábamos historias de nuestros diferentes amaneceres,
o de las aventuras en las galaxias,
y alguna que otra conquista
de doncellas o guerreras.

Recuerdo tu voz pesada y tu acento un tanto mal entonado,
igual cuando te sentabas a pensar e ignorabas al mundo,
como lo hago yo al relatar o al redactar.
Cuando voy una historia a contar.

O tu ridículo peinado de libro abierto,
que siempre me causaba gracia,
porque era, simplemente, algo tan al descubierto,
algo, de verdad, gracioso y jubiloso.

Recuerdo eso y muchas otras cosa de ti,
como si hubiese sido ayer que las vi,
como si el tiempo regresara en mi mente,
y se implantara ahí para mi mala suerte.

Hay tantas cosas que diría de ti,
como tu miedo a las agujas,
o tu transformación del asco por los jeans,
a tu enamoramiento por unos pantalones que decían "beans",
de tu obsesión por animales poco usuales,
y tu admiración por cosas mundanas y casuales.

Tantas, de verdad, tantas cosas...

Hoy solo me queda decirte:
te extraño reflejo.

Y espero que pronto pueda verte,
de nuevo reflejado en mi espejo.


lundërtar.

martes, 19 de noviembre de 2013

Hoy las mariposas muren.



Hoy el ambiente y el entorno es mas frío,
las ráfagas de aire son heladas,
como si tuvieran trozos de hielo flotando en su acariciar,
como si dejaran a su paso, el gélido aliento
de un hombre muerto.

Hoy la lluvia es mas helada,
las gotas son las lágrimas de la luna plateada,
las nubes son del color de la tristeza,
son grises, ellas flotan sobre tu cabeza.

Hoy las aves no cantan,
los arboles no danzan
ni las flores con su color sorprendente,
dejan que su perfume se impregne en tu  nariz;
y se aloje en tu mente.

Hoy el día es triste,
y como bien tu ya viste,
nada en él es alegre,
el día pinta para una reunión fúnebre.

Hoy las mariposas no vuelan sobre el pasto,
ni revolotean entre arbustos,
tampoco juegan entre rosales,
ni sobre las orillas de ríos o caudales.

Hoy las mariposas han muerto.

Su esencia, se ha convertido en luz de estrella,
su nobleza, las ha colocado en la cima del cielo.
Ellas vienen y van cada día,
y en la noche con su luz celestial,
todo iluminan.

Hoy las mariposas mueren,
para que en la noche oscura,
su luz de estrella, la ilumine
y sea un poco más pura.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Quererte y odiarte.



A veces no entiendo tu pensar,
ni tu manera de hablar y mucho menos
tu estúpido y paralizado caminar.
A veces, simplemente tiendo a odiarte.

Y no es que lo haga a propósito,
pues la mayor parte del tiempo no es así,
ya que en ti se que tengo un inmenso depósito,
una fuga a mis cargas terrenales.

Pero es difícil comprenderte.
Es complicado entenderte.

Eres, literalmente, un cometa irreverente,
te escapas de mi vista por siglos,
y luego, de la nada, apareces cabalmente,
desenredas y destrozas de mi vista los complejos hilos.

Tu asquerosa y deslumbrante luz de estrella,
desorbita de mi mente mis molestias y mis más encarnadas penas.
Lo haces mucho mejor a como lo hace ella,
y eso me enfurece, me enloquece.
Me enoja, de verdad me enoja.

Porque se que a pesar de odiarte,
siempre tiendo a quererte.

Es complejo tu panorama.
Es un juego en toda mi negra y blanca gama.
Es como una gema cegadora, como lana, blanca lana.

Siempre tiendo a odiarte,
pero recaigo en quererte.

Siempre tiendo a olvidarte,
pero no puedo simplemente,
de mi descontrolada mente,
suprimirte y borrarte.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Deseo volver...



Deseo volver al mar de noche,
cuando el viento sopla frío,
y congela con su tacto la piel,
la arena acaricia delicada,
y las olas cantan su canción.

Deseo volver a ver las estrellas,
a explorar el cielo nocturno,
sin luna, ni nubes,
solo estrellas, miles de ellas,
salpicando el lienzo negro.

Deseo volver a las tardes cálidas de verano,
cuando caminando lado a lado,
las palabras sobraban y las horas,
simplemente pasaban.

Deseo decirte "hola" de nuevo,
aún lo hago, pero es diferente.
Ya no es del todo "amablemente".

Deseo contarte mis aventuras otra vez,
explayarme hablando de lo que sea,
de el clima o las estaciones,
de Saturno y sus anillos,
de la Luna y sus estaciones.

Deseo poder decirte otra vez: flojo mamila,
o que me cuentes de tu afición por las jirafas,
igual deseo poder verte, para quitarte tus disparejas gafas,
y reírnos de lo que sea sin necesidad decirnos algo.

Deseo volver, pero se que eso no es posible.

Solo deseo tener, a mi reflejo en el espejo,
de nuevo en él visible.

Una vez lo hice...




Me he enamorado, una vez sucedió,
estuve encantado y realmente fascinado.

El tiempo es relativo, la verdad, es que no importa,
fue en Junio, tal vez, o en Marzo,
no lo se. No recuerdo con precisión el plazo.

Solo puedo decirles esto:
No podía dormir, no lograba descansar,
las noches eran largas y mi sueños cortos,
pensaba día y noche en esa persona,
y al leer mis historias,
mis poemas muertos,
recordaba su rostro, sus oscuros y tristes ojos.

Fue una época hermosa, lo admito,
todo era más grandioso y el cielo era
mas hermoso.

Pero ese sentir, primitivo latido,
se esfumó.

Se perdió en mi cosmos,
se fundió con mi universo.
Se acabó, para ser claro...

Me gustó sentirlo. Admito haberlo disfrutado,
a pesar de mis lagrimas agrías y mi mal estado de animo,
me alegra haber estado enamorado.

Una vez lo hice... y no lo he vuelto a hacer.

El amor es una daga fría y caliente:
te hace volar hacia la luna una noche,
y al despertar de tu sueño maravilloso,
te derriba, te azota contra el suelo rocoso.

Te mata, te desarma y te vuelve polvo.

El amor es algo hermoso, pero también peligroso.

No me niego a sentirlo, pues sería antinatural,
pero por ahora me abstengo de revivirlo,
para no matarme con cada latido,
al pensarle y al soñar.

Al latir mi corazón y con eso martillar mi alma,
con cada pulso en mi pecho.

martes, 12 de noviembre de 2013

Te quiero, pequeño gran desastre.



Hoy se cierra un ciclo más en la vida de alguien especial,
hoy se cierra el circulo anual, la fase de una etapa de vida.
Hoy es el aniversario de una gran compañera, una excelente amiga,
y un "pichurrin" castroso, que me saca risas a montones,
y me hace reir a "carcajones".

Felices lunas, pequeña estrella,
pequeño desastre estelar.

Sigue viajando cada noche, sigue volando entre nubes,
te acompañaré cada vez que me lo pidas, aún así me cueste
seguirte el paso.

Estoy feliz de explorar el universo a tu lado,
de ir a planetas de la mano. 
De conocer Saturno y recostarnos en sus anillos,
para mirar las galaxias lejanas,
y a la estrellas enanas.

Gracias y felicidades.

Te quiero, pequeño gran desastre.
Tras tus cabellos danzantes,
guardas los secretos de tu mente.

Felicidades pequeño diamante,
raro eres, como obsidiana brillante,
pequeño desastre, vive tu vida,
no importa como a mi vida llegaste. 

Hyvää syntymäpäivää



Carlos Duarte.

No pretendía hacerlo.



Era lo último que esperaba, pues no pretendía hacerlo.
Era lo último de mi lista, pues solo lo dije por decir,
por crear una rima, una nota, tal vez no precisa.

Entiendo que no quieras mas caballeros,
tampoco soy un conquistador de tierras,
mucho menos un gladiador, ni un luchador en guerra,
esta claro que no soy un domador de fieras,
ni un príncipe, ni un galán de telenovela.

No pretendía hacerlo. Era mi último deseo.

Tal vez te ofendí al decirlo, bueno, en realidad
en escribirlo,
pero no me refería precisamente a lo que pensabas.
No es lo que dije lo que realmente deseaba.

Te conozco, no a fondo, pues eres misteriosa,
y algo caprichosa. Guardas tus secretos,
y eso lo entiendo. De verdad, lo comprendo.

Se como eres: distraída y soñadora, 
entregada y malhumorada,
bipolar y visceral,
un desastre y un contraste,
delicado es tu capullo y fuerte es tu cárcel.

Te conozco hasta dónde tu me lo haz permitido.

No pretendía insultarte. No deseaba molestarte.

Fue solo una rima, algo que me vino a la mente.

Fue solo una rima, fueron letras que por si solas caminan.

Cazando estrellas.



El día acabo y el sol se despidió. La noche llegaba,
y con se vestido negro, todo adornaba. A esa hora,
ella reinaba.

Pero de la noche, el vestido es infinito.
Ella viste una tela legendaria,
algo que no es del todo palpable,
una tela de corte inigualable:
extenso y preciso.
Con ese vestido de noche,
con una luna, la cual es su broche.

Caminaba yo junto a mi amiga,
mi estrella adorada. Su brillo plateado,
alumbraba nuestro paseo.

Pero hoy no fuimos a ver los luceros,
esta noche salimos a hacer algo mas temerario,
algo más atrevido. Algo en nosotros que es instintivo.

Salimos a cazar estrellas. A correr entre galaxias,
a caminar entre planetas, a perseguir bellos cometas...
A dominar el universo.

El día acabo, la noche reinó y las estrellas aparecieron,
eran grandes y bellos luceros.

Hoy salimos a cazar estrellas.
A conquistar doncellas, ella a caballeros,
a dominar el universo,
a volvernos dueños del cosmos...

Solo por esta noche.

✬ ☍

lunes, 11 de noviembre de 2013

Un barco hacia el abismo.



Ahí va flotando, sobre estrellas y galaxias,
entre mares estelares, entre mundos, entre lunas,
entre nubes y sistemas solares.

Ahí va, un barco del espacio, una nave de madera:
flota entre la nada, de un lado a otro.
De aquí hacia allá, como una cuna.

Su rumbo: indefinido.
Persigue a los cometas, a los planetas.
A las estrellas fugaces.
A Cazadores Estelares.

Su capitán guarda en secreto su destino.

Se han escuchado rumores, algunos dicen,
otros cuentan. Todos comentan.
Dicen que el capitán se ha enamorado,
que su corazón ha sido atrapado.

Dicen que fue una doncella de piel canela,
una dama de piel  bronceada, como las sirenas
en el mar: aceituna y brillante es su piel.

Dicen que ella ha logrado capturar de sus ojos el brillo,
su alma tras su oscuras ventanas de cristal,
sus secretos escondidos tras una puerta de metal.

Dicen que ese Navegante, aquel capitán de aquel
barco espacial, no tiene un rumbo fijo.

Dicen que su bella amante, su sirena deslumbrante,
lo acompaña en este camino.

También dicen, muchos rumores se hablan en el universo,
que su mitad, su incondicional contraparte,
se haya perdida en el cosmos. 
Corriendo tras las estrellas,
tal vez jugando con algún comenta...

Los rumores vuelan en el vacío,
en el universo infinito, 
como cometas de papel mantenidos por el aire,
libres, sin cadenas...

El barco del Navegante, viaja sin rumbo,
hacia el vacío se dirige.

Hacia el abismo se encamina...

Libre como estrella.


lundërtar.

Un caballero con una copa de vino.



La tarde rasgaba los cielos con su intenso color ocre,
el fuego qué quemaba el horizonte, inundaba el infinito,
las nubes mismas se fundían con el magma de las estrellas,
y las estrellas mismas se perdían en la oscuridad; en lo desconocido.

Desde su ventana entre sombras, cubierta de polvo por fuera,
custodiada por dos cortinas pesadas, él vigila.
Él acecha y mira desde su trono de pana,
al mundo arder ante las brazas del fuego, 
ante la furia del sol,
para luego volverse carbón, volverse ceniza:
negra, a toda prisa.

Sus ojos violeta miraban tras el cristal, eran dos estrellas caídas,
que buscaban sin cesar una chispa en ese lienzo en llamas;
algo en él qué le dijera con precisión, el motivo de su razón,
de su existir, de su vivir...

Dos milenios habían pasado. Dos mil años en ese estado inalterado.
Varias vidas que se convergen en una, y una vida que las vivió todas.
¿Era esa su tortura o era esa su bendición?
¿Es que acaso esta era su maldición?
¿Ser temido y respetado?
¿Ser odiado y despreciado?

Tener ese efecto en los demás,
en esa gente que siempre está presente:
la adoración y la devoción,
el miedo y el temor,
el desprecio y el amor...

Pero eso era: el amor, lo que lo torturaba,
lo que hacía volver siempre a sus inicios,
a su silla de pana, con una copa de vino en la mano,
y una botella entera en la cama. 

Una mujer... una mortal.
Una bella y delicada flor celestial.
El motivo de su demencia, y la causa de su carencia.

Las mujeres te pueden dar todo y quitártelo tan rápido como un latido.
Pueden darte el amor y luego dejarte desolado,
pudriéndote en tu maldición.
Consumiéndote en tu desesperación. 

Este era su pensar, su eterno recuerdo.
Fue una mujer quien lo convirtió en un monstruo eterno.
En una criatura nocturna, incapaz de ver al sol en su esplendor.
En su apogeo, y tener de él la luz de nuevo.

Fue hace Dos Milenios que su maldición comenzó,
al perderse en el cuerpo de una amante,
de una bella y deseable acompañante,
conjurando un hechizo, que a ambos encantó,
pero solo a uno afectó.

sáriviv otidlam y sáres onretE
...ortseun odacep ,oím etnamA


El caballero eterno. El maldito por siempre,
vigila desde su ventana.
El espera y acecha, bajo su mirada violeta.
El vigila y admira,
al mundo morir bajo el fuego.

Alone.


He pensado mucho esto, tanto a pasado resguardado en mi mente,
he estado solo... a veces demasiado. Me he perdido en las galaxias,
y resguardado en los planetas... viajando de estrella a estrella. Un día
acá, y otro día allá. Siempre volando, nunca caminando. Nunca.......

Ayer fue distinto, creí ver tu silueta tras un cometa. Se que te gustan, si
lo sé. Son de tus cosas preferidas. Pero dudé que fueses tu. No se, tal
vez solo vi lo que deseaba ver: tu silueta. A ti, en realidad. Solo a ti. Si,
a ti...

Ayer fue diferente. Salté de sol en sol, persiguiendo una estrella fugaz, y
también jugué con trece lunas, y de ellas ahora tengo una. Esta me gustó,
mucho en realidad: es pequeña y azul. Como tus ojos, como tus mágicos
y grandiosos ojos cuando miras el cielo.

Pero todos son recuerdos. Cosas del ayer, cosas del pasado. Son eso mismo:
cosas, recuerdos. Memorias de tu y yo cuando eramos infinitos. Cuando las
horas eran eternas, y los días grandiosos. Las noches misteriosas y las tardes
 de las más gloriosas.

Ayer me sentí solo. Solo como una estrellas perdida. Como una galaxia que se
extravía, y no encuentra retorno a su origen. Así me sentí. Así te recordé. Así
fue como te extrañe. Entre sueños y delirios, bajo el cielo oscurecido, y con
mis amigas estelares, haciendo compañía de mi alma dolorida.

Para ti Navegante. Que tal vez estás perdido.

Para ti acompañante. Espero encuentres tu camino...

lundërtar.

Cicatrices.



Acumulo todo en mi ser.
Mi cuerpo es como una esponja:
se infla y se desinfla,
absorbe y elimina.
Recibe y al mismo tiempo expulsa.
Pero...
¿Qué es eso que me deja marca?
¿Qué es eso que me rasga el alma?
¿Acaso hay algo que me corrompa más que tu abandono?
No, no lo hay.
Eras parte de mi esencia, de mi propia decadencia.
Un átomo en mi multicolor existencia.
Un partícula en mi universo de estrellas,
eras ese aquel, ese quién...

No se que será de mi ahora,
no se cómo lidiar con este mundo en sombras,
sumido en la completa deshonra.

¿A dónde fuiste capitán de océanos?
¿Dónde escapaste aquella noche de Mayo?
Cuando la luna escondía su brillo,
y las estrellas alumbraban tu paso.

No se en dónde estas...
ya no se ni hacía donde vas.

Solo me queda de ti el recuerdo,
plasmado en mi piel,
como marcas talladas,
cicatrices marcadas.

Las cuales sobre mi piel permanecen,
como una linea danzante
la cuál, bajo del etéreo sonido del viento canta:
sublime y sutil,
como tu sonrisa...
aquella tarde de abril.

lundërtar.

jueves, 7 de noviembre de 2013

No escribo sobre mi.



Mi vida es aburrida,
casi nada en ella es interesante
no es grandiosa y fascinante,
y la mayor parte del tiempo pasa desapercibida.

Mi vida no es una aventura,
no tengo peleas con dragones,
ni beso doncellas sobre altos balcones,
tampoco tengo una gran y elegante altura,
y mucho menos un fuerte y decorada armadura.

Soy normal, como cualquier otro humano:
sin poderes,
un mundano.

No tengo alas de ángel,
ni cuernos de diablo;
no puedo ver hadas
ni serpientes aladas.

La mayor parte del tiempo,
mi realidad es una completa ruleta:
de arriba hacia abajo,
de un lado hacia el otro
y comienza de nuevo.

Hay días en los que los colores se fusionan,
crean una tela de arco iris, una ventana al universo,
y mientras con mi sombra yo converso
las estrellas aparecen brillantes y centelleantes,
eso enserio me emociona,

No escribo sobre mi.
Casi todo lo que está aquí,
es obra de alguien más,
de un hombre más,
alguien que vive dentro de mi mente
y usa mi cuerpo para dejar fluir inefablemente,
palabras y mas palabras...

Ríos de oración,
que nada tienen que ver con mi realidad y mi noción.

Acariciar tu vestido blanco.



Miro las estrellas suspendidas en el cielo,
admirando a la tierra, divisando que hay en el suelo;
una de ellas rasga el lienzo de la noche velozmente,
deja detrás su brillo, y desaparece fugazmente.

Ese brillo, blanco como la luna,
me trae viejos recuerdos,
de cuando surfeaba entre grandes dunas,
de cuando besaba la mano de una dama,
hasta encontrarme con su blanca uña.

Ese brillo estelar, que destella bajo tu mirada,
aquella que me hipnotiza, que me paraliza;
esas ventanas a tu alma,
ese guiño que me desarma.

Todas adornaban tu rostro,
delicado y cariñoso rostro.

Un vestido de blanca textura,
adornaba tu cuerpo,
lo cubría, delicado y con ternura;
lo guardaba, lo preservaba,
lo protege de la cruel desolación.

Y al toparme de nuevo con tu mirada,
veo en ella las galaxias infinitas,
al observar el cosmos resguardado,
siento en mi alma un gozo desbordado.

Tu vestido de blanca seda,
tu coraza de luz celeste,
el cual me sostiene mientras pueda,
ver en tus ojos las locuras de mi mente.

Acariciar tu vestido blanco,
tu armadura que irradia ternura,
tu castillo de perlas brillantes,
ese velo de plumas blancas,
que guardan tu cuerpo de porcelana,
bajo un velo de delicada lana...