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miércoles, 7 de enero de 2015

Tócame, Camille.




Tócame, amiga mía. Tócame como sólo tu sabes hacerlo.
Mírame, amiga mía. Mírame como sólo tu sabes mirarme.
Bésame, Camille de mi alma. Bésame y hazme llover por dentro.
Bésame, tócame, acaricia mi entrepierna y hazme gemir.
Mójame con tus labios el cuello, mójame con tus dientes los labios,
mírame, Camille, mírame por favor, que siento que el mundo se desvanece cuando tus ojos me dejan de ver.

Hazme viajar contigo a las entrañas de lo oscuro, hazme viajar contigo hacía más allá, hacia la frontera del universo y el vacío.

Camille, diosa de mi devoción. 
Diosa de mis oraciones. 
Diosa, mi diosa caprichosa.

Camille... háblame.
Háblame mientras me haces gritar, háblame mientras me haces sentir, háblame, Camille, háblame te imploro.
Dime lo que quieres, dime lo que deseas, dime lo que tu carne anhela de mi. Dime, mi diosa de mármol y alabastro.
¿Quieres que te toqué ahí en tu centro?
¿Quieres que te lama, que te bese, que te muerda?
¿Que me desviva en tus néctares, en tus mieles?
¿Quieres que me someta a tu deseo, quieres que te someta a mis deseos?
¿Quieres que ambos corramos por la rivera del placer y nos bañemos en las playas del orgasmo?
¿Deseas que me desviva en el pacer de tu intimidad, mientras te toco, mientras me tocas?

Dentro, profundo y fluido...

Camille, háblame, antes de que el amanecer llegue y la luna se escape, y tras el velo de la niebla gris, ambos volvamos a las paredes de nuestras vidas; y te pierda en el remolino de la vida...

Tócame, háblame, bésame, mírame y hazme tuyo, Camille... oh, mi amada Camille...