Spotify

lunes, 3 de febrero de 2014

Un caballero de humo.


Es sereno todo en su mente y liviano como una pluma.
Es incluso más ligero que el aliento.
Menos pesado que el aire.
Y tan denso como la niebla de la mañana.

Hay un volcán en su cabeza.
Ese volcán hace erupción cada mañana.
Cada tarde.
Cada anochecer.

Es un tormento. Una carga.
Es su carga.
Su pena.

El caballero de humo, un ente ni vivo
ni muerto.
Es como un fantasma, como una sombra.

Había una vez un hombre que destilaba amor
en cada poro de su cuerpo.
Ese hombre estaba locamente enamorado,
de una dama de cristal,
una mujer de hielo claro
y cabellos de oro.

Era su razón de ser,
el por qué de sus poemas,
la inspiración de sus canciones.
Ella era la musa en su arte.

El era el menos atractivo del mundo.

Con poca gracia y talento limitado,
con ningún atributo y poco adornado,
sin algo atractivo en su rostro y con orejas de ratón,
un poco asombroso,
pero feo, en todos los aspectos.

No era una estatua de ángel,
ni el David de Miguel Ángel,
era tan común y tan normal
y ella tan hermosa y sobrenatural.

Pero él la amaba.
La amaba como si por ella respirara,
como si por ella existiera,
como se ella fuera la joya mas rara y hermosa,
la mas codiciada y preciosa.
Y la cuidaba, como un regalo divino.

Pero cuál fue su desgracia,
su desdicha y deshonra.
Ella no lo amaba,
como el la idolatraba.
Ella no sentía ese amor,
como él lo decía; para él era como un clamor,
un clamor a la vida,
a la mujer de su vida...

Y no lo amó.

Ella lo rechazó.

Los suelos se abrieron en ese momento,
el cielo se hizo negro y rojo.
Un lienzo pintado con sangre y carbón.
El aire se volvió pesado.
Los árboles se volvieron sombríos.
La luna desapareció y en su lugar un agujero
del color del odio permaneció.
Verde como la maldad era.

Ella perdió su brillo ante los ojos de él.
Se fue evaporando de su vista.
Él mismo se fue convirtiendo en vapor.
Vapor gris.
Vapor negro.
Vapor de nada y de nadie.

Se convirtió en humo.

Su pesar, su dolor, su desgracia,
se fueron entremezclando.
Se fueron fusionando y lo fueron dejando
en un estado intocable.
Impalpable.
Era un ser atrapado entre la vida y la muerte.

Como un fantasma,
pero no estaba muerto.
Conservaba su alma, aunque ya no la sentía.
Conservaba su corazón,
aunque este ya no latía.
Conservaba sus ojos,
aunque con ellos, ya nada veía.

La dama de cristal, huyó,
se escondió de aquel ser repugnante,
de aquella forma horripilante.
Por que no era humano ser así:
Un ser de humo y oscuridad.

Ese caballero aún permanece entre los vivos y los muertos,
como una sombra, como un recuerdo.

Viviendo en las profundidades de la tierra, donde el fuego domina,
donde el humo abunda.
Donde puede ser libre, ser bello y ser único.

El volcán en su mente hace erupción:
cada mañana,
cada tarde,
cada noche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario