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martes, 31 de diciembre de 2013

El ladrón de estrellas.


Hoy subí a mi carroza de plata para surcar el universo y recorrer las galaxias.
Era uno de esos días en los que simplemente no esperas nada fuera de lo común.
Un día desprevenido.

Iba recorriendo las hileras de polvo estelar por encima de Urano,
y el azul de ese planeta de gas y agua helada me distrajo un momento.

Habían dos estrellas frente a mi antes de voltear la mirada, eran hermosas: morado era su brillo,
pero cuando levanté de nuevo la mirada, ya no estaban.

Supuso mi mente que lo había imaginado, pues mas a la derecha, habían otras dos estrellas
de brillo morado, pero estas no eran tan deslumbrantes como las anteriores. Se hallaban mas lejos.

Continué mi guardia por esta parte mía del universo, corriendo sobre mi carroza de plata,
y admirando a mis diamantes vivientes titilar en un lienzo incluso mas negro que el mismo ébano.
Había otra estrellas frente a mi, esta era de un brillo rojo carmesí: intenso y precioso, como un rubí.

Junto a mi pasó corriendo un cometa de luz azul: era impresionante y dejaba una estela de polvo blanco
y brillante. Pero cuando alcé de nuevo la vista, la estrella con brillo de rubí ya no estaba.
Había desaparecido, como las otras dos.
Comencé a sospechar. Ya no me distraería.

Fijé la mirada al frente. No la desvié por nada, y debo mencionar que pasaron debajo de mi un par
de sirenas estelares: era como estrellas fugaces, pero a diferencia de estas, iban mas lento y
tenían una cola con un aire acuático, recordaban a los peces del planeta tierra,
incluso eran casi similares a las bestias acuáticas de los mundos no caídos.

Fue entonces cuando vi lo que sucedía: vestía una capa color plata, como mi carroza. Como el brillo de
las estrellas. Llevaba puesta una capucha y un saco se cruzaba por la mitad de su cuerpo en diagonal.
Su rostro: un mar de estrellas sobre un fondo negro.
Su voz: grave y muy baja en tono. Casi siseaba.

Era un ladrón de estrellas y robaba mis mas preciadas joyas.

Accioné la máxima velocidad en mi carroza mágica. Lo alcancé y lo tumbé en una de las lunas
de Júpiter. Cuando estuve frente a él, pude ver en su rostro el universo mismo. No era del todo un ladrón. Era algo así como un médico, un doctor. Un sanador del espacio.

Le exigí me devolviera a las estrellas y me explicara que hacía aquí. Por que buscaba a mis preciosos
diamantes, que nada le habían hecho para ser privadas de ser admiradas.

Él solo contestó que era necesario y que las estrellas nunca se irían. Solo necesitaban un momento para
brillar en su rostro de universo.

No se porqué y tampoco se cómo, pero accedí. Él presionó las estrellas contra su rostro y este tomó un brillo exuberante y hermoso. El universo se desvaneció en esa capucha plateada y en su lugar, un rostro dolorosamente bello y una voz cautivadora y sensual aparecieron. No era lo que esperaba ver. Para nada lo era, en su lugar estaba el rostro femenino de una estrella misma. Y era, debo decir, una estrella hermosa.

Caminó hacia mi. Su rostro: blanco como la nieve. Su piel: tersa como el durazno. Su cabello: tan claro, que casi era plateado. Un rubio plateado. Su ojos: dos lunas grises. Su cuerpo: esculpido a la perfección. Una musa en toda comparación. Su voz: grave y dulce al mismo tiempo. Sensual.
Y me miraba con deseo y respeto al mismo tiempo. Con admiración.

Estuvo muy cerca para este momento. Elevó sus pies del suelo lunar y alcanzó mis labios con los suyos.
Un beso colosal. Me fusioné con ella en ese momento. Una lluvia de estrellas se desató a nuestro alrededor. Cometas, estrellas fugaces, meteoros desintegrando sus cuerpos en la atmósfera de Júpiter, sirenas estelares cantando en los asteriodes que iban y se venían. Una sinfonía única y exquisita.

Cerré los ojos. Me dejé llevar. Solo me deje llevar por esa sensación de plenitud y dulzura plena...

Y cuando los abrí de nuevo, ella no estaba. Se había desintegrado. Solo su manto plateado y una silueta de polvo brillante se aferraban a mi rostro y mis manos.

Pero algo nuevo reinaba en el lienzo negro que es el universo. Algo nuevo y hermoso llenaba ese vacio seco y descolorido en la distancia. Una inmensa y bella estrellas con destellos rojos, morados, blancos y azules se posaba en lo mas alto de una constelación nueva. Su constelación. Era ella dibujada por las estrellas.

Y entonces supe su nombre: Miabella.

El ladrón de estrellas resultó ser mi amor mas grande.

Ahora recorro todos las noches el universo, solo para llegar con ella y contarle cosas mundanas y fusionarme en sus labios...

viernes, 27 de diciembre de 2013

☆ . ☽ . ☆


Vacío. Viento. Velocidad. 

Miedo.

Desesperación. Agitación. Vulnerable.

Terror.

Aflicción. Desolación. Agonía.

Soledad.

Tu mano en la distancia y mis dedos añorando su tacto,
respiro hondo, profunda es mi inhalación
y lenta y paulatina mi fatigada exhalación.

Alcanzan mis ojos a ver el brillo de tus uñas,
y mi mente recuerda como bailabas bajo la luna.
Recuerda aquellas noches de verano en las playas de blanca arena,
dónde sin parar y sin cesar, 
danzabas y girabas con tu negra melena.

Añoranza. Deseo. Pasión.

Desilusión.

Apatía. Miseria. Esperanza.

Amor.

Hoy desperté de un sueño muy hermoso:
estábamos juntos en París, y compartíamos
un delicioso plato de espagueti.

Caminábamos tomados de la mano por los jardines de Versalles
y navegábamos los canales de Venecia.
Admirábamos el cielo en el Cairo
y nadábamos en las cálidas playas del Caribe.

Odio. Miseria. Muerte.

Vida.

La existencia transcurre. La vida pasa. El tiempo continua.
Tu y yo seremos eternos,
viviremos tras la luna.

Tu y yo seremos eternos,
seremos en el universo,
un par de brillantes estrellas.


viernes, 20 de diciembre de 2013

Yo...



Apaciguaba mis temores en un río y una pradera de soledad.
Esperaba el momento en que la luna apareciera en el cielo
y las estrellas brillaran, le hicieran compañía.

Soldad. Mi compañera incondicional.

Estaba leyendo un libro sobre magia y realidad,
sobre como pedir un deseo y como cancelar otro,
hablaba con mi mejor amigo, un ser celestial,
alguien que siempre ahí estará.

Dejé el libro. Me dispuse a escribir.
La libreta tenía dibujada un ángel, pero este ángel
ocultaba su rostro. Lo mantenía entre sus piernas.
¿Lloraba? ¿Rezaba? ¿Dormía? ¿Soñaba?
No estoy seguro qué hacía o qué ocultaba,
pero su rostro no mostraba.

Tomé una hoja de un árbol de corteza roja para escribir,
la tinta en el papel parecía sangre.
Comencé a redactar.

Primero una letra: A.
Después muchas otras: l, o, v, e...
Pero acabé escribiendo sobre otra cosa que no era el amor.
Tal vez mis miedos, mis sueños,
o quizá mis anhelos.

Tal vez mi día o mi espera constante...

Dibujé un universo con muchas estrellas,
varias galaxias y planetas diversos,
dispersos en un lienzo blanco, con estrellas azules
y planetas negros.

Escribí sobre el dolor, sobre la pena,
sobre el caos que vive en mi cabeza,
sobre las horas nocturnas cuando el sueño me abandona,
y el insomnio me domina.

Terminé.

Regresé mi mirada al cielo obscuro y la luna apareció
tras una nube espesa y gris.

Su luz iluminó la obscuridad
y entonces me dormí.

No desperté por muchas eras.

Hasta hoy....


miércoles, 11 de diciembre de 2013

Escribo por una razón.




Escribo por un propósito: no olvidar.
Mis letras tienen un fin especifico: hacerme recordar.

Soy falto de memoria muchas veces,
y olvido todo con facilidad.
Me pierdo casi todo el tiempo, 
y al regresar a mi realidad,
no doy medida a que en todo ese tiempo,
muchas cosas llegaron
y mucas otras, acabaron.

Escribo por dos razones:
Una es porque me encanta,
otra es porque me ayuda.

Bueno, son más de dos,
pero en esta campaña mencionaré solo esas.

Escribir me ayuda a escapar, me ayuda a vivir,
me ayuda a recordar que no siempre debo resistir,
que a veces es bueno desistir.

Escribo para decir cosas de amor,
para decir cosas de odio,
para decir cosas tristes
y también cosas felices.

Escribo para decir como me siento
y el por qué es que lo siento.
Escribo para dejar mi cuerpo y ser él alma...

Escribir me hace ver las cosas que hago mal,
las cosas que hago bien
y las cosas que debo dejar de hacer.

Es algo que se ha vuelto parte de mi vida,
de mi mundo,
de mi propio ser.

Escribir es todo esto y más,
y es por eso que lo hago:
para recordarme a mi mismo,
que existo por algo...

Secretos.


Había una puerta. Colgaba del techo una llave.
Giraba en el aire, dando divertidas volteretas,
rompiendo las capas iónicas del viento,
rasgando los átomos que los unían
y formando así, diminutos rayos eléctricos.

Había una pared hecha de deseos.
Creada a base de cosas anheladas y sueños frustrados.
Había una puerta gigante, del suelo hacia el techo.
Había también, una caja detrás de esa puerta.
En ella se guardaban historias,
momentos y pensamientos,
cosas que nadie mas sabía;
solo el dueño las conocía.

La pared se elevaba cientos de metros,
y sobre ella descansaba un grande y pesado techo.
En el techo se asomaba un vitral multicolor,
y en el se dibujaba una historia,
un vida, mil memorias.

Bajo el vitral, se pintaba un suelo monocromático,
y sobre ese suelo, se dibujaba un camino.
Una serie de vueltas y curvas cerradas,
esquinas cuadradas
y mosaicos con figuras redondeadas.

Había una insignia en la puerta,
parecía ser la silueta de un cuerpo estelar:
algo así como un planeta.

Era redondo, claro está, pero lo abrazaba un anillo,
un enorme y circular cinturón de varias capas.
Era Saturno.

Saturno giraba lenta y tranquilamente en la puerta,
había algo peculiar en él,
algo llamativo y por lo tanto, persuasivo.
Algo asombroso.

La cerradura que abría la puerta,
estaba en su centro.

La llave cayó
y en el suelo resonó.

La recoges.

Sin darte cuenta, vuelas
y subes hasta quedar frente a Saturno.

Metes la llave. Escuchas un "clic".

La sacas y empujas despacio.

Adentro esta sobre una mesa de plata,
la caja que antes mencionamos.

Es un cofre.

Te acercas a ella y ves su superficie:
Está tallada y llena de muchos,
cientos de trazos y figuras felices.

Hay muchas estrellas surcando los cielos, 
se mueven sobre el cofre y salpican con destellos,
todo a su paso.

El cuarto donde estamos, es completamente negro,
pero algo es peculiar, pues al parecer en su superficie
brillan puntos blancos, azules y violetas,
con divertidos destellos:
todas son estrellas.

El cofre tiene una cerradura que es idéntica a la de la puerta.
Introduces la llave que llevas en la mano.
Escuchas el clic y abres despacio.

Una ola de luz azota tu rostro y todo a tu alrededor
se vuelve borroso....

✯✯✯✯✯

Los secretos invaden tu mente,
conoces de alguien los momentos,
temores y pasiones mas guardados.

Los secretos son peligrosos y al mismo tiempo
son hermosos.

Son cosas que se deben cuidar,
pues como dijo una vez alguien:
pierden su valor al empezarlos a contar...

...


Estas letras no son prosas o rimas que dan sentido a una de mis locas historias, no, esta vez solo escribiré como me siento.

Hoy me siento triste. Triste de verdad. Una mezcla entre decepción y enojo. Me siento un verdadero idiota. A veces es estúpido esperar mucho de alguien, porque solo te creas expectativas, no se si llamarle "sueños" sea correcto, pero si recreas momentos o acciones que esperas, en algún momento, lleguen o se hagan realidad. 

Es por eso que les digo este día: no esperen mucho de los demás. Ni siquiera de aquella persona que en su momento dijo: conmigo tu siempre puedes contar, ahí estaré. A veces, son solo palabras. Todos lo hemos dicho en algún momento de nuestra existencia en este viaje. En nuestra estadía en este plano. Pero existen excepciones. Personas a las que esperas, de verdad, poder confiarles y otorgarles el beneficio de la duda. La dulce y deleitosa oportunidad de conservar una parte de tu esencia.

Hoy, tras estar esperando varias lunas, me di cuenta de que precisamente eso: la espera, es algo que a veces solo te hace daño. 

Hoy decidí dejar de esperar. Dejar de pensar más en ello... dejar que mi constelación diera partida, sin más remedio, a una estrella fugaz.

Hoy deje escapar esa esperanza que atesoraba como diamante dentro de mi nebulosa de colores. Hoy mi campo estelar, dejó partir a uno de sus luceros. Perdí una estrella en mi constelación.

Lo único que deseo, es que sea tan libre y alegre como la quiero recordar: tenas, serena, sincera y llena de júbilo. Hoy puede correr por el universo, para navegar y vivir sus propias aventuras.

Hoy este Cazador te deja libre, cometa alegre...


Jägare Stjärnor

viernes, 6 de diciembre de 2013

El tiempo.


Es preciso.
Es correcto.
Es real y es concreto.
Controla todo y destruye a su paso.
Maniobra el cosmos, pues ese es su trabajo.
Aparecer y desaparecer. Existir y ser invisible. Invadir.
Ser una surrealista y embriagadora ración de realidad . Un aire de
relativa inmensidad. De relativa ambición y excesiva invasión. De deseo y pasión.
Ese es su trabajo, para eso fue diseñado. Es una pirámide de notas, deseos, placeres, sueños,
anhelos inimaginables, amores inalcanzables y una basta tormenta de promesas no alcanzadas. De juramentos no cumplidos, de vidas separadas, de amores terminados. Él es el rey. Él es la muerte y su tan solo su nombre causa temor. Inyecta miedo y a algunos terror. Él es el origen, el pasado, presente y futuro. 

Él es el tiempo.

lunes, 2 de diciembre de 2013

No vuelvo hacia el portal.



A pesar de todo este remolino de pensamientos,
no vuelvo hacia el portal.
No es precisamente porque eso me de miedo, no,
es mas que nada lo que él representa:
una tela de recuerdos y viejos deseos.

Es un maremoto de pesada melancolía,
y no quiero volver a estúpida agonía. 

Bueno, es que es difícil de explicar,
pues siento que si lo expreso, 
ustedes van a tender a juzgar,
y eso si es algo que no deseo,
no es algo que solo digo y veo...

Pero como sea, no es tan importante,
el tema, la historia... el punto en si de este pensamiento
constante,
lo realmente relevante, es que me he distanciado,
me he perdido e incluso apartado...

Pero no dejemos esto solo en un particular,
ha sido acto de dos, algo más bien plural.

Si, la distancia, la que se ese portal guarda,
y de la cuál, pues si, tengo miedo,
no un miedo terrorífico o paralizante,
es más bien un miedo relevante...

Si, repito mucha la palabra "relevante"...

Pero, es que si lo es:
para mi, de cierta forma lo es, 
pero es mejor no darle esa importancia;
como dije, esto es de dos, un dueto,
algo que por ahora, no esta completo.

El caso es que no quiero regresar, por ahora, al portal.

Prefiero permanecer en este plano,
mientras dura mi soledad, felicidad,
y mis palabras y deseos en vano...

viernes, 29 de noviembre de 2013

Copos de Nieve.


Estaba caminado sobre un sendero azul,
el cielo era gris y las nubes lo cubrían,
esa mañana no era de un vivo y divertido tono celeste.

El viento venía del norte, 
soplaba suave y lentamente,
acariciaba mis mejillas y las congelaba,
al tocarlas y al rozarlas.

Mis ojos no querían trabajr ese día,
pues ardian y lloraban,
solo en dormir pensaban.

Pero eso no impidió que se percataran,
de la figura que enfrente se encontraba.

Alta como una vara y delgada como el tallo de una rosa,
una mujer se encontraba y sus ojos,
a cielo miraban.

Era blanca como las nubes,
y se notaba delicada, 
elegante y refinada.

Ojos grises como el cielo de esa mañana,
piel de mármol tallado y trabajado,
cabello largo y color de perla,
vestido largo y pura seda.

La miré, me acerqué y luego le pregunté:
¿qué buscas en el cielo?

Ella me contestó:
Llamo a la nieve.

Su respuesta fue extraña,
pues llamar a la nieve, no es precisamente
algo que uno pueda hacer.

¿Llamar a la nieve? -yo le pregunté.
Llamó a la nieve, para que todo vuelva a florecer -ella respondió.

Seguí su mirada, y volteé al cielo,
y de una nube gris y plateada, 
un destello blanco como lana se desprendió.

Calló lenta y tranquilamente,
se mecía con delicadeza,
y desecendía con total destreza.

Era un copo de nieve,
y se  posó sobre la mano de la dama.
Ella sonrió,
y su sonrisa fue amplia.

La nieve ya viene -solo me contestó.

Y de repente, cientos de copos de nieve,
comenzaron a caer.
Uno aquí, otro allá,
varios sobre mi cabeza,
y se mezclaban con el ambiente,
con la naturaleza.

Todo se forró de una fina capa de hojuelas de hielo,
la nieve cubría hasta el rincón mas escondidos,
y los lugares no conocidos.

Regresé mi mirada hacia la dama de blanco,
ella me volteó a ver y una sonrisa me regalo,
posó su mano helada sobre mi rostro,
y me observó con detalle, con esos finos
y elegantes ojos.

Retrocedió tres pasos desde donde estaba
y, luego de una sonrisa ansiosa,
explotó en una nube de luz y copos.

Se esparcieron por todos lados,
y se impregnaron incluso en mi propia ropa.

Esa dama era el espíritu del invierno,
que llegaba temprano,
para llamar la nieve,
la cual descendió como copos.

Copos de nieve.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Volando entre estrellas.


Una dama va volando,
entre estrellas esta ella navegando.

En el cielo va flotando,
y sobre nubes se mece,
las está surcando.

Las estrellas la acompañan,
y la luna la protege,
en el cielo ella vuela,
va tan rápido en su desvelo,
que con él ella se estrella,
para qué luego, en una explosión de intensa emoción,
pueda convertirse en brillante estrella.

Carlos Duarte.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Te extraño reflejo.



Se que lo he dicho ya varias veces.
También sé que lo has leído, ya, varias veces.

Pero es algo que siento,
algo que no puedo simplemente suprimir
de mi mente y de mi cuerpo,
no es tan fácil como evitar  caer en llanto,
o quebrarse ante el pesado lamento.

No. No lo es, mi apreciado reflejo.

Vivía en un espejo yo atrapado,
en un gigante cristal reflejado,
en el cual, al mirar al otro lado,
podía siempre encontrar
a mi silueta desfigurada,
una irregular mancha reflejada.

Así era todo el tiempo:
una mancha de matices grises y blancos colores,
negros y ocres tonos menores.

Pero fue una tarde soleada, bajo un árbol de ramas gigantes,
de raíces fuertes y pequeñas hojas flotantes,
donde el gris de mi mundo en desastre,
adquirió poco a poco tonos más alegres y deslumbrantes.

No puedo descifrar como mi reflejo en mi mundo de espejos,
tomo forma, aunque no la mía para ser sinceros,
era diferente en todos sus ángulos
y a la ves tan similar en muchos de ellos.

Lo saludé. Le dije HOLA,
y lo invité a comer.

Fue un picnic como pocos había tenido antes,
y fue tan natural, tan normal, 
que me sentí a gusto con mi nuevo compañero.

Pero últimamente, mi reflejo en este espejo,
se ha difuminado notablemente,
ha desaparecido, prácticamente,
y eso me pone triste.

Me hace sentir impotente,
pues había acostumbrado mi mirada,
a su sombra reflejada en el cristal,
y mis oídos habían graduado los sonidos
que su voz emitía,
y la forma en como yo los oía.

Me había acostumbrado a su incondicional compañía.

Sabía siempre, que a pesar de la distancia,
a pesar de si el viento soplaba
o si la lluvia mojaba,
estarías sentado bajo ese árbol,
sonriendo y algunas veces aburrido,
tal vez un poco enojado o simplemente malhumorado.

Pero ahí estarías,
y tu simple compañía,
me reconfortaría,
tal vez alguna sonrisa me sacaría.

Extraño ver el mar al atardecer
mientras contábamos historias de nuestros diferentes amaneceres,
o de las aventuras en las galaxias,
y alguna que otra conquista
de doncellas o guerreras.

Recuerdo tu voz pesada y tu acento un tanto mal entonado,
igual cuando te sentabas a pensar e ignorabas al mundo,
como lo hago yo al relatar o al redactar.
Cuando voy una historia a contar.

O tu ridículo peinado de libro abierto,
que siempre me causaba gracia,
porque era, simplemente, algo tan al descubierto,
algo, de verdad, gracioso y jubiloso.

Recuerdo eso y muchas otras cosa de ti,
como si hubiese sido ayer que las vi,
como si el tiempo regresara en mi mente,
y se implantara ahí para mi mala suerte.

Hay tantas cosas que diría de ti,
como tu miedo a las agujas,
o tu transformación del asco por los jeans,
a tu enamoramiento por unos pantalones que decían "beans",
de tu obsesión por animales poco usuales,
y tu admiración por cosas mundanas y casuales.

Tantas, de verdad, tantas cosas...

Hoy solo me queda decirte:
te extraño reflejo.

Y espero que pronto pueda verte,
de nuevo reflejado en mi espejo.


lundërtar.

martes, 19 de noviembre de 2013

Hoy las mariposas muren.



Hoy el ambiente y el entorno es mas frío,
las ráfagas de aire son heladas,
como si tuvieran trozos de hielo flotando en su acariciar,
como si dejaran a su paso, el gélido aliento
de un hombre muerto.

Hoy la lluvia es mas helada,
las gotas son las lágrimas de la luna plateada,
las nubes son del color de la tristeza,
son grises, ellas flotan sobre tu cabeza.

Hoy las aves no cantan,
los arboles no danzan
ni las flores con su color sorprendente,
dejan que su perfume se impregne en tu  nariz;
y se aloje en tu mente.

Hoy el día es triste,
y como bien tu ya viste,
nada en él es alegre,
el día pinta para una reunión fúnebre.

Hoy las mariposas no vuelan sobre el pasto,
ni revolotean entre arbustos,
tampoco juegan entre rosales,
ni sobre las orillas de ríos o caudales.

Hoy las mariposas han muerto.

Su esencia, se ha convertido en luz de estrella,
su nobleza, las ha colocado en la cima del cielo.
Ellas vienen y van cada día,
y en la noche con su luz celestial,
todo iluminan.

Hoy las mariposas mueren,
para que en la noche oscura,
su luz de estrella, la ilumine
y sea un poco más pura.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Quererte y odiarte.



A veces no entiendo tu pensar,
ni tu manera de hablar y mucho menos
tu estúpido y paralizado caminar.
A veces, simplemente tiendo a odiarte.

Y no es que lo haga a propósito,
pues la mayor parte del tiempo no es así,
ya que en ti se que tengo un inmenso depósito,
una fuga a mis cargas terrenales.

Pero es difícil comprenderte.
Es complicado entenderte.

Eres, literalmente, un cometa irreverente,
te escapas de mi vista por siglos,
y luego, de la nada, apareces cabalmente,
desenredas y destrozas de mi vista los complejos hilos.

Tu asquerosa y deslumbrante luz de estrella,
desorbita de mi mente mis molestias y mis más encarnadas penas.
Lo haces mucho mejor a como lo hace ella,
y eso me enfurece, me enloquece.
Me enoja, de verdad me enoja.

Porque se que a pesar de odiarte,
siempre tiendo a quererte.

Es complejo tu panorama.
Es un juego en toda mi negra y blanca gama.
Es como una gema cegadora, como lana, blanca lana.

Siempre tiendo a odiarte,
pero recaigo en quererte.

Siempre tiendo a olvidarte,
pero no puedo simplemente,
de mi descontrolada mente,
suprimirte y borrarte.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Deseo volver...



Deseo volver al mar de noche,
cuando el viento sopla frío,
y congela con su tacto la piel,
la arena acaricia delicada,
y las olas cantan su canción.

Deseo volver a ver las estrellas,
a explorar el cielo nocturno,
sin luna, ni nubes,
solo estrellas, miles de ellas,
salpicando el lienzo negro.

Deseo volver a las tardes cálidas de verano,
cuando caminando lado a lado,
las palabras sobraban y las horas,
simplemente pasaban.

Deseo decirte "hola" de nuevo,
aún lo hago, pero es diferente.
Ya no es del todo "amablemente".

Deseo contarte mis aventuras otra vez,
explayarme hablando de lo que sea,
de el clima o las estaciones,
de Saturno y sus anillos,
de la Luna y sus estaciones.

Deseo poder decirte otra vez: flojo mamila,
o que me cuentes de tu afición por las jirafas,
igual deseo poder verte, para quitarte tus disparejas gafas,
y reírnos de lo que sea sin necesidad decirnos algo.

Deseo volver, pero se que eso no es posible.

Solo deseo tener, a mi reflejo en el espejo,
de nuevo en él visible.

Una vez lo hice...




Me he enamorado, una vez sucedió,
estuve encantado y realmente fascinado.

El tiempo es relativo, la verdad, es que no importa,
fue en Junio, tal vez, o en Marzo,
no lo se. No recuerdo con precisión el plazo.

Solo puedo decirles esto:
No podía dormir, no lograba descansar,
las noches eran largas y mi sueños cortos,
pensaba día y noche en esa persona,
y al leer mis historias,
mis poemas muertos,
recordaba su rostro, sus oscuros y tristes ojos.

Fue una época hermosa, lo admito,
todo era más grandioso y el cielo era
mas hermoso.

Pero ese sentir, primitivo latido,
se esfumó.

Se perdió en mi cosmos,
se fundió con mi universo.
Se acabó, para ser claro...

Me gustó sentirlo. Admito haberlo disfrutado,
a pesar de mis lagrimas agrías y mi mal estado de animo,
me alegra haber estado enamorado.

Una vez lo hice... y no lo he vuelto a hacer.

El amor es una daga fría y caliente:
te hace volar hacia la luna una noche,
y al despertar de tu sueño maravilloso,
te derriba, te azota contra el suelo rocoso.

Te mata, te desarma y te vuelve polvo.

El amor es algo hermoso, pero también peligroso.

No me niego a sentirlo, pues sería antinatural,
pero por ahora me abstengo de revivirlo,
para no matarme con cada latido,
al pensarle y al soñar.

Al latir mi corazón y con eso martillar mi alma,
con cada pulso en mi pecho.

martes, 12 de noviembre de 2013

Te quiero, pequeño gran desastre.



Hoy se cierra un ciclo más en la vida de alguien especial,
hoy se cierra el circulo anual, la fase de una etapa de vida.
Hoy es el aniversario de una gran compañera, una excelente amiga,
y un "pichurrin" castroso, que me saca risas a montones,
y me hace reir a "carcajones".

Felices lunas, pequeña estrella,
pequeño desastre estelar.

Sigue viajando cada noche, sigue volando entre nubes,
te acompañaré cada vez que me lo pidas, aún así me cueste
seguirte el paso.

Estoy feliz de explorar el universo a tu lado,
de ir a planetas de la mano. 
De conocer Saturno y recostarnos en sus anillos,
para mirar las galaxias lejanas,
y a la estrellas enanas.

Gracias y felicidades.

Te quiero, pequeño gran desastre.
Tras tus cabellos danzantes,
guardas los secretos de tu mente.

Felicidades pequeño diamante,
raro eres, como obsidiana brillante,
pequeño desastre, vive tu vida,
no importa como a mi vida llegaste. 

Hyvää syntymäpäivää



Carlos Duarte.

No pretendía hacerlo.



Era lo último que esperaba, pues no pretendía hacerlo.
Era lo último de mi lista, pues solo lo dije por decir,
por crear una rima, una nota, tal vez no precisa.

Entiendo que no quieras mas caballeros,
tampoco soy un conquistador de tierras,
mucho menos un gladiador, ni un luchador en guerra,
esta claro que no soy un domador de fieras,
ni un príncipe, ni un galán de telenovela.

No pretendía hacerlo. Era mi último deseo.

Tal vez te ofendí al decirlo, bueno, en realidad
en escribirlo,
pero no me refería precisamente a lo que pensabas.
No es lo que dije lo que realmente deseaba.

Te conozco, no a fondo, pues eres misteriosa,
y algo caprichosa. Guardas tus secretos,
y eso lo entiendo. De verdad, lo comprendo.

Se como eres: distraída y soñadora, 
entregada y malhumorada,
bipolar y visceral,
un desastre y un contraste,
delicado es tu capullo y fuerte es tu cárcel.

Te conozco hasta dónde tu me lo haz permitido.

No pretendía insultarte. No deseaba molestarte.

Fue solo una rima, algo que me vino a la mente.

Fue solo una rima, fueron letras que por si solas caminan.

Cazando estrellas.



El día acabo y el sol se despidió. La noche llegaba,
y con se vestido negro, todo adornaba. A esa hora,
ella reinaba.

Pero de la noche, el vestido es infinito.
Ella viste una tela legendaria,
algo que no es del todo palpable,
una tela de corte inigualable:
extenso y preciso.
Con ese vestido de noche,
con una luna, la cual es su broche.

Caminaba yo junto a mi amiga,
mi estrella adorada. Su brillo plateado,
alumbraba nuestro paseo.

Pero hoy no fuimos a ver los luceros,
esta noche salimos a hacer algo mas temerario,
algo más atrevido. Algo en nosotros que es instintivo.

Salimos a cazar estrellas. A correr entre galaxias,
a caminar entre planetas, a perseguir bellos cometas...
A dominar el universo.

El día acabo, la noche reinó y las estrellas aparecieron,
eran grandes y bellos luceros.

Hoy salimos a cazar estrellas.
A conquistar doncellas, ella a caballeros,
a dominar el universo,
a volvernos dueños del cosmos...

Solo por esta noche.

✬ ☍

lunes, 11 de noviembre de 2013

Un barco hacia el abismo.



Ahí va flotando, sobre estrellas y galaxias,
entre mares estelares, entre mundos, entre lunas,
entre nubes y sistemas solares.

Ahí va, un barco del espacio, una nave de madera:
flota entre la nada, de un lado a otro.
De aquí hacia allá, como una cuna.

Su rumbo: indefinido.
Persigue a los cometas, a los planetas.
A las estrellas fugaces.
A Cazadores Estelares.

Su capitán guarda en secreto su destino.

Se han escuchado rumores, algunos dicen,
otros cuentan. Todos comentan.
Dicen que el capitán se ha enamorado,
que su corazón ha sido atrapado.

Dicen que fue una doncella de piel canela,
una dama de piel  bronceada, como las sirenas
en el mar: aceituna y brillante es su piel.

Dicen que ella ha logrado capturar de sus ojos el brillo,
su alma tras su oscuras ventanas de cristal,
sus secretos escondidos tras una puerta de metal.

Dicen que ese Navegante, aquel capitán de aquel
barco espacial, no tiene un rumbo fijo.

Dicen que su bella amante, su sirena deslumbrante,
lo acompaña en este camino.

También dicen, muchos rumores se hablan en el universo,
que su mitad, su incondicional contraparte,
se haya perdida en el cosmos. 
Corriendo tras las estrellas,
tal vez jugando con algún comenta...

Los rumores vuelan en el vacío,
en el universo infinito, 
como cometas de papel mantenidos por el aire,
libres, sin cadenas...

El barco del Navegante, viaja sin rumbo,
hacia el vacío se dirige.

Hacia el abismo se encamina...

Libre como estrella.


lundërtar.

Un caballero con una copa de vino.



La tarde rasgaba los cielos con su intenso color ocre,
el fuego qué quemaba el horizonte, inundaba el infinito,
las nubes mismas se fundían con el magma de las estrellas,
y las estrellas mismas se perdían en la oscuridad; en lo desconocido.

Desde su ventana entre sombras, cubierta de polvo por fuera,
custodiada por dos cortinas pesadas, él vigila.
Él acecha y mira desde su trono de pana,
al mundo arder ante las brazas del fuego, 
ante la furia del sol,
para luego volverse carbón, volverse ceniza:
negra, a toda prisa.

Sus ojos violeta miraban tras el cristal, eran dos estrellas caídas,
que buscaban sin cesar una chispa en ese lienzo en llamas;
algo en él qué le dijera con precisión, el motivo de su razón,
de su existir, de su vivir...

Dos milenios habían pasado. Dos mil años en ese estado inalterado.
Varias vidas que se convergen en una, y una vida que las vivió todas.
¿Era esa su tortura o era esa su bendición?
¿Es que acaso esta era su maldición?
¿Ser temido y respetado?
¿Ser odiado y despreciado?

Tener ese efecto en los demás,
en esa gente que siempre está presente:
la adoración y la devoción,
el miedo y el temor,
el desprecio y el amor...

Pero eso era: el amor, lo que lo torturaba,
lo que hacía volver siempre a sus inicios,
a su silla de pana, con una copa de vino en la mano,
y una botella entera en la cama. 

Una mujer... una mortal.
Una bella y delicada flor celestial.
El motivo de su demencia, y la causa de su carencia.

Las mujeres te pueden dar todo y quitártelo tan rápido como un latido.
Pueden darte el amor y luego dejarte desolado,
pudriéndote en tu maldición.
Consumiéndote en tu desesperación. 

Este era su pensar, su eterno recuerdo.
Fue una mujer quien lo convirtió en un monstruo eterno.
En una criatura nocturna, incapaz de ver al sol en su esplendor.
En su apogeo, y tener de él la luz de nuevo.

Fue hace Dos Milenios que su maldición comenzó,
al perderse en el cuerpo de una amante,
de una bella y deseable acompañante,
conjurando un hechizo, que a ambos encantó,
pero solo a uno afectó.

sáriviv otidlam y sáres onretE
...ortseun odacep ,oím etnamA


El caballero eterno. El maldito por siempre,
vigila desde su ventana.
El espera y acecha, bajo su mirada violeta.
El vigila y admira,
al mundo morir bajo el fuego.

Alone.


He pensado mucho esto, tanto a pasado resguardado en mi mente,
he estado solo... a veces demasiado. Me he perdido en las galaxias,
y resguardado en los planetas... viajando de estrella a estrella. Un día
acá, y otro día allá. Siempre volando, nunca caminando. Nunca.......

Ayer fue distinto, creí ver tu silueta tras un cometa. Se que te gustan, si
lo sé. Son de tus cosas preferidas. Pero dudé que fueses tu. No se, tal
vez solo vi lo que deseaba ver: tu silueta. A ti, en realidad. Solo a ti. Si,
a ti...

Ayer fue diferente. Salté de sol en sol, persiguiendo una estrella fugaz, y
también jugué con trece lunas, y de ellas ahora tengo una. Esta me gustó,
mucho en realidad: es pequeña y azul. Como tus ojos, como tus mágicos
y grandiosos ojos cuando miras el cielo.

Pero todos son recuerdos. Cosas del ayer, cosas del pasado. Son eso mismo:
cosas, recuerdos. Memorias de tu y yo cuando eramos infinitos. Cuando las
horas eran eternas, y los días grandiosos. Las noches misteriosas y las tardes
 de las más gloriosas.

Ayer me sentí solo. Solo como una estrellas perdida. Como una galaxia que se
extravía, y no encuentra retorno a su origen. Así me sentí. Así te recordé. Así
fue como te extrañe. Entre sueños y delirios, bajo el cielo oscurecido, y con
mis amigas estelares, haciendo compañía de mi alma dolorida.

Para ti Navegante. Que tal vez estás perdido.

Para ti acompañante. Espero encuentres tu camino...

lundërtar.

Cicatrices.



Acumulo todo en mi ser.
Mi cuerpo es como una esponja:
se infla y se desinfla,
absorbe y elimina.
Recibe y al mismo tiempo expulsa.
Pero...
¿Qué es eso que me deja marca?
¿Qué es eso que me rasga el alma?
¿Acaso hay algo que me corrompa más que tu abandono?
No, no lo hay.
Eras parte de mi esencia, de mi propia decadencia.
Un átomo en mi multicolor existencia.
Un partícula en mi universo de estrellas,
eras ese aquel, ese quién...

No se que será de mi ahora,
no se cómo lidiar con este mundo en sombras,
sumido en la completa deshonra.

¿A dónde fuiste capitán de océanos?
¿Dónde escapaste aquella noche de Mayo?
Cuando la luna escondía su brillo,
y las estrellas alumbraban tu paso.

No se en dónde estas...
ya no se ni hacía donde vas.

Solo me queda de ti el recuerdo,
plasmado en mi piel,
como marcas talladas,
cicatrices marcadas.

Las cuales sobre mi piel permanecen,
como una linea danzante
la cuál, bajo del etéreo sonido del viento canta:
sublime y sutil,
como tu sonrisa...
aquella tarde de abril.

lundërtar.

jueves, 7 de noviembre de 2013

No escribo sobre mi.



Mi vida es aburrida,
casi nada en ella es interesante
no es grandiosa y fascinante,
y la mayor parte del tiempo pasa desapercibida.

Mi vida no es una aventura,
no tengo peleas con dragones,
ni beso doncellas sobre altos balcones,
tampoco tengo una gran y elegante altura,
y mucho menos un fuerte y decorada armadura.

Soy normal, como cualquier otro humano:
sin poderes,
un mundano.

No tengo alas de ángel,
ni cuernos de diablo;
no puedo ver hadas
ni serpientes aladas.

La mayor parte del tiempo,
mi realidad es una completa ruleta:
de arriba hacia abajo,
de un lado hacia el otro
y comienza de nuevo.

Hay días en los que los colores se fusionan,
crean una tela de arco iris, una ventana al universo,
y mientras con mi sombra yo converso
las estrellas aparecen brillantes y centelleantes,
eso enserio me emociona,

No escribo sobre mi.
Casi todo lo que está aquí,
es obra de alguien más,
de un hombre más,
alguien que vive dentro de mi mente
y usa mi cuerpo para dejar fluir inefablemente,
palabras y mas palabras...

Ríos de oración,
que nada tienen que ver con mi realidad y mi noción.

Acariciar tu vestido blanco.



Miro las estrellas suspendidas en el cielo,
admirando a la tierra, divisando que hay en el suelo;
una de ellas rasga el lienzo de la noche velozmente,
deja detrás su brillo, y desaparece fugazmente.

Ese brillo, blanco como la luna,
me trae viejos recuerdos,
de cuando surfeaba entre grandes dunas,
de cuando besaba la mano de una dama,
hasta encontrarme con su blanca uña.

Ese brillo estelar, que destella bajo tu mirada,
aquella que me hipnotiza, que me paraliza;
esas ventanas a tu alma,
ese guiño que me desarma.

Todas adornaban tu rostro,
delicado y cariñoso rostro.

Un vestido de blanca textura,
adornaba tu cuerpo,
lo cubría, delicado y con ternura;
lo guardaba, lo preservaba,
lo protege de la cruel desolación.

Y al toparme de nuevo con tu mirada,
veo en ella las galaxias infinitas,
al observar el cosmos resguardado,
siento en mi alma un gozo desbordado.

Tu vestido de blanca seda,
tu coraza de luz celeste,
el cual me sostiene mientras pueda,
ver en tus ojos las locuras de mi mente.

Acariciar tu vestido blanco,
tu armadura que irradia ternura,
tu castillo de perlas brillantes,
ese velo de plumas blancas,
que guardan tu cuerpo de porcelana,
bajo un velo de delicada lana...



jueves, 31 de octubre de 2013

El Beso de la Muerte.




La ceremonía se había terminado.
Algo en medio de la pista se había proyectado,
todos miraban con horror en esa dirección,
y algunos gritaban desesperados
pues en el centro un angel estaba parado,
pero no era un ángel cualquiera, no,
este ángel era especial.

Este ángel era de todos el mas temido,
era el ángle que del averno había venido:
La Muerte.

La música, las risas, los banquetes,
los bailes, los placeres y las miradas
comprometidas,
se apagaron como fuego ahogado.

Una figura esquelética, vestida con una túnica negra
se paseaba por el centro, mirando aquí,
mirando allá.

Siempre sonriente.

- Busco a Iccaro -dijo aquél ángel.

Nadie contestó.

- Busco a Iccaro -él repitió.

Una mujer sollozó.

Su voz era profunda, distorsionada y apagada,
como el sonido de un coco al ser golpeado,
miraba de aquí para allá,
las cuencas que tenía por ojos,
escaseaban todo el lugar.

- Él debe pagar su deuda. Debe pagar lo que me debe.

Un hombre, en medio de su histeria, comenzó a gritar,
a saltar y a golpear a todo mundo. Se quería abrir paso,
para llegar al ángel que marchaba
en medio de un salon que festejaba.

- Iccaro no está aquí, señor del averno.
Por favor ¡VAYASE!

El ángel lo vio y sintió asco, repulsión
por este mortal que le tocaba la capa.

- Eres valiente, mundano insolente,
jamás debes tocar de la muerte el abrigo,
o serás por ella abducido.

Y en un remolino de humo y polvo,
el cuerpo de aquel hombre a la capa quedó pegado,
no se podía mover
y estaba siendo absorbido.

Una marea de gritos y sollozos torturantes inundó el salón,
el hombre era Jame Flinn, el dueño del salón,
un millonario realizado
y su peor pesadilla
era ver a la muerte en vida.

La capa del ángel se extendió,
se levantó del suelo y creció a ritmo acelerado
creando una boca, un pasaje a una dimensión,
a el averno, donde todo es tortura,
y hacia ella el hombre fue lanzado,
y fue devorado.

- Busco a Iccaro -la muerte volvió a decir.

- El tiene una deuda conmigo. El tiene un pendiente conmigo.
Él debe pagar, o a todos tomaré,
para que me pueda cobrar...

Una mujer gritó tan fuerte que la muerte no pudo evitar
notarla,
tenía la mirada perdida y el miedo
en su rostro se había vuelto espantoso.

Alzaba lamentos de su garganta,
y gritaba algo no entendible,
decía algo inaudible.

- ¡Iquearo, Iqueoaro, Iquero!

- Traedme a esa mujer... ahora -la muerte ordenó,
pero no fue necesario que la obedecieran,
pues la mujer ya venia con algo en las manos,
o mas bien, alguien,
un hombre con el miedo dibujado,
y el rostro transformado.

- ¡Iquaro! ¡ICCARO!

La mujer se desmayó, y por lo gorda que estaba,
el suelo en esa parte tembló al ella tocarlo.

- Iccaro. Tu deuda. Debe ser pagada.
Me tienes que pagar lo acordado.
He venido por ti,
por tu alma... a saldar cuentas he llegado.

Iccaro gritó, alzó las manos y se cubrió el rostro,
intentando inútilmente protegerse.

La gente comenzó a correr,
a gritar y una estampida de mundanos desesperados
arrasó con todo el salón.

La muerte se agacho, paciente y tranquila,
y con un beso en la mejilla,
a Iccaro se llevó.