Spotify

jueves, 6 de febrero de 2014

Poemas a la Luna. Poema 4.



Estaba caminando por un sendero plateado,
era blanco y sus rocas brillaban bañadas por agua,
agua salada.
Agua de mar.

Había conchas bajo mis pies y una espuma gris se arremolinaba entre mis dedos.
Dos gaviotas negras pasaron sobre mi cabeza,
el cielo estaba obscuro.
No había estrellas.
No había luz.
Solo nubes grises y aguas negras.

El firmamento era tinta negra que se extendía
y que se expandía por todo el horizonte.

Una tortuga inmensa nadaba en la orilla
era una de esas criaturas hermosas y grandiosas,
una verdadera maravilla.

Habían rocas en la lejanía
y apreciaba siluetas sobre ellas,
eran delgadas y femeninas,
mujeres en el mar.

Mujeres de cabellos largos y húmedos,
no reían ni tampoco hablaban.
Ellas cantaban.
Cantaban en un idioma diferente,
pero su melodía, era universal.

Y sobre el cielo, un halo se fue filtrando.

Una luz blanca y fría fue naciendo,
las nubes se fueron desvaneciendo,
las estrellas comenzaban a salir
y la Luna comenzaba a emerger.

Era Luna Llena esa noche
y la antorcha de fuego frío
alumbraba mi plateado y pedregoso camino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario